domingo, 25 de abril de 2010

Homenaje a Rodney Arismendi

Juan González


Estoy convencido de que, mientras no se elimine la propiedad, no podrá haber una distribución justa o equitativa de las cosas, ni se podrá gobernar el mundo felizmente…. Confieso que, aún sin eliminarla, es posible que se puedan suavizar aquellas premuras que suponen una carga para gran parte de la humanidad; pero nunca podrán ser completamente extirpadas."

De la lectura de esta frase se puede pensar, aunque con cierta ingenuidad, que el autor de la misma puede ser el propio Marx o Fray Dulcino. La cita es de Tomás Moro y está recogida en su libro Utopía. Sin lugar a dudas esta proyección de un mundo ideal no solo se dio en el intelecto de Moro y de tantos otros hombres, solo basta mirar las sectas milenaristas de origen cristiano para comprender que muchos siglos antes del nuestro ya existía en el alma de los hombres y en su capacidad especulativa aquello que necesitó mucho tiempo para transformarse en una realidad científica que nos indicara que ese mundo nuevo es posible y cuales son los caminos para llegar a él. El hombre deseó un mundo mejor, pensó en él y se embarcó en la aventura científica, política, cultural e ideológica que le fuera dando todas las herramientas para hacer en la vida práctica y cotidiana el laboratorio donde aquello que era querido e ideal fuera real. Es el componente ético y la necesidad cotidiana lo que fue dando primero en el espíritu de los hombres la necesidad de intervenir sobre la realidad social y cambiarla. De ahí que los diversos paradigmas que se van sucediendo surgen de los hombres, son estos que en determinadas condiciones económicas y sociales forjan su propia historia. También la intelectual.
Arismendi no es ajeno a las formas de pensamiento de los hombres, ni al material con que estos crean sus sueños. Pero sin duda en toda su metodología analítica y en sus derivaciones y conclusiones conceptuales está presente como un sustrato que quiera o no y al igual que a todo ser humano condicionará su pensamiento.
Este homenaje a Rodney Arismendi, no es ni puede ser solo un homenaje al teórico de fuste, a uno de los pensadores marxistas con mayor capacidad de creación, es también, no puede ser de otra forma y en palabras del mismo sobre Lenin, a un jefe de Partido en la dimensión exacta que esto significa.
Arismendi tiene como preocupación básica dotar al Partido Comunista de Uruguay y por extensión a la clase obrera de la orientación política y de las herramientas conceptuales que le permitan, en expresión de Marx sobre la Comuna de París, “el asalto al cielo”.
Para esto es fundamental que el marxismo y el leninismo que han sido aceptados como un todo indisoluble por Arismendi tengan su correlato creador y sean aplicados al estudio de la realidad uruguaya.
La clase obrera uruguaya tenía y tiene ante si la cuestión de la conquista no solo del poder político sino la hegemonía política, moral e intelectual de un bloque de clases y capas sociales capaz de avanzar en ese proceso. Esta ha sido la principal preocupación teórica y práctica de Arismendi.
Para esto, no sirven solo las grandes definiciones teóricas del desarrollo del capitalismo y sus contradicciones que nos dicen de la inevitable llegada del socialismo. Estudia el desarrollo concreto y particular de la lucha de clases en Uruguay, su historia, la relación de las distintas clases en el marco de una economía capitalista y dependiente, la correlación entre las mismas, el carácter general de la época. Visualiza así dentro del marco general del marxismo-leninismo la teoría de la Revolución Uruguaya; en la cual se definen sus objetivos y las formulaciones generales de su táctica y estrategia.
Arismendi nos define como una característica básica de las concepciones de Lenin, la defensa de los principios del marxismo con su desarrollo creador. Enunciado al que durante su vida será fiel porque este trae aparejado necesariamente la lucha contra el revisionismo que constantemente tiende a afirmarse en el estudio de las vías peculiares que puedan tomarse en uno o en otro país y que dicen que el leninismo es la expresión del marxismo y de la Revolución de Octubre y es consecuencia de las peculiaridades histórico-concretas en que se desarrolló este proceso. Por eso la insistencia arismendiana en el carácter creador y antidogmático del leninismo como continuador en todas sus facetas de Marx, al cual se une indisolublemente.
Arismendi y el PCU comienzan por estudiar el propio desarrollo capitalista en Uruguay, su relación con el resto de América Latina y con el Imperialismo, principalmente el norteamericano. Los problemas de la revolución uruguaya son los problemas de una revolución continental. Se deja de lado inmediatamente aquellas concepciones que veían a América Latina como una sociedad semifeudal y semicolonial. Se la define como sociedades capitalistas con un importante grado de desarrollo dentro de la dependencia del imperialismo.
Arismendi se pregunta: ¿Cuál es el carácter de la revolución?, ¿Cuáles son sus fuerzas motrices?
“Los objetivos revolucionarios-si quieren ser verdaderamente tales, es decir capaces de movilizar a todas las clases y capas susceptibles de intervenir en la revolución a fin de aislar, golpear y derrotar al principal enemigo-deben corresponder a la realidad, a la distribución objetiva de las fuerzas sociales antagónicas, a la etapa que deberá cumplir la revolución. En nuestro caso, esa etapa es aún democrática porque se propone, esencialmente, la destrucción del latifundio y otras supervivencias precapitalistas con una reforma agraria radical, y es, simultáneamente, nacional liberadora porque enfoca la liquidación del dominio imperialista. Estas reivindicaciones caracterizan la revolución como agraria y antiimperialista. Una parte de sus postulados fundamentales, en materia agraria especialmente, son democráticos y no socialistas” (Problemas de una revolución continental)
El programa debe servir, pues, para agrupar y movilizar a todas las capas y clases sociales interesadas objetivamente en esta etapa…..” (Ídem)
Arismendi, insiste que entre la revolución democrática y la socialista no existe una separación mecánica.
“Las ideas de la continuidad de la revolución, del pasaje de una etapa a otra, de la interrelación dialéctica entre la etapa democrática de liberación nacional y la socialista,…., es lo que distingue nuestra concepción proletaria, marxista-leninista, de la revolución uruguaya, de toda otra concepción burguesa radical o pequeño-burguesa avanzada. Esto se expresa tanto en la concepción estratégica y táctica de la dirección obrera de revolución, como en los postulados programáticos orientados a crear las premisas materiales del tránsito hacia el socialismo” (Ídem).
Arismendi, en todo su análisis se apoya siempre en una premisa básica que es fundamental comprender: es la idea de la función rectora del proletariado que subyace en todos los análisis de las etapas de la revolución y su interrelación. Su independencia de clase, su independencia ideológica. Sin duda en este acontecer el Partido es una pieza clave.
Arismendi nos explica que hay que comprender cual es la contradicción fundamental en la base material de la sociedad uruguaya, para así poder comprender la disposición estratégica de las fuerzas sociales principales; contradicción, nos dice, que aparece como un nudo de antagonismos, cuya unidad es la pugna entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
El proletariado debe tender a la independencia y hegemonía en todas sus alianzas, en la búsqueda de aliados para la revolución y en su propuesta de objetivos tácticos y estratégicos. El eje fundamental de la lucha es la alianza obrero-campesina.
Arismendi define a la etapa democrático-burguesa sin una función activa de la burguesía en la misma. El papel de las distintas capas de la burguesía está en función de la época histórica, a la relación con el imperialismo y a la intensidad de la lucha de clases con el proletariado. La burguesía nacional, puede objetivamente integrar las fuerzas motrices de la revolución, es la práctica la que determinará su grado de participación, pero el carácter de la revolución no cambia porque participe o no la burguesía nacional.
“En las condiciones objetivas del Uruguay y de América Latina, la revolución agraria y antiimperialista es la única ruta posible hacia el socialismo. Solo el proletariado posee aptitud para dirigir las transformaciones radicales que tal revolución significa, pero la dirección obrera presupone la continuidad revolucionaria, el adentrarse en el socialismo.” (Ídem).
Queda con extraordinaria nitidez planteada la política independiente de la clase obrera en los distintos caminos que la revolución vaya planteando, independencia ideológica, claridad en los momentos tácticos, una estrategia derivada del estudio de las bases materiales de la revolución que perfile con claridad la teoría de la Revolución Uruguaya. Ésta es también su concepción de la existencia creadora del marxismo leninismo, que presupone la obligatoriedad de la utilización del método analítico del mismo siempre sobre la realidad concreta.
Arismendi con respecto al tema de la llamada vías de la revolución, hace un escrupuloso análisis de la metodología con que Lenin analiza las circunstancias tanto de la Revolución de Febrero como la de Octubre, en el marco siempre de las reflexiones del marxismo. Nos habla de un Lenin que entabla su análisis siempre en relación con la maquinaria estatal, en concreto del estado en que se halla su aparato burocrático-militar en relación con las circunstancias en que se desarrolla la lucha de clases y en lo ineluctable de las clases poseedoras en seguir manteniendo a toda costa su dominio y explotación sobre las otras clases. Este es el quid fundamental par ver si las posibilidades de la revolución son o no violentas. No hace de esta cuestión un mero problema táctico, previó que la revolución violenta es en general, una ley histórica del tránsito del capitalismo al socialismo. Separa Lenin, según Arismendi, el carácter de la vía, de la correlación momentánea de las fuerzas en lucha, hace de él un problema de previsión estratégica. Nos dice Arismendi, que el análisis de Lenin sobre las vías va incluido en la estrategia global de la revolución, en la definición del carácter de la misma, de sus fuerzas motrices y del papel hegemónico del proletariado.
Nos explica como Lenin en el período entre las dos Revoluciones, con el peso de los Soviets en el entramado estatal ve abrirse también la posibilidad de la vía pacífica al socialismo.
Leímos al principio de nuestra intervención una cita de Tomas Moro, con la cual intentamos expresar que independientemente de las condiciones objetivas en el que se desarrollan las condiciones económicas y sociales donde los hombres viven, está en la mente de estos el vulnerar de tal forma las condiciones de la infelicidad humana, que abogan bajo una u otra forma por la supresión de la propiedad privada por ser esta enajenadora de los hombres. Abogan también, para evitar la infelicidad, el compartir en común los bienes que la humanidad crea.
Arismendi plantea buscar los caminos de la Revolución Uruguaya por la vía menos dolorosa para la clase obrera y el pueblo. Afirmamos que esta noción no está reñida con la lógica analítica que emplea Arismendi, pero también decimos que al igual que todo análisis científico está imbricado de una gran carga ideológica y ética, la propia de quien personifica la actividad científica. El análisis arismendiano busca esos caminos menos dolorosos sobre la base del desarrollo de una serie de ideas precisas, lógico-dialécticas, pero sobre la base primaria de la afirmación antedicha. Este también es un elemento a tomar en cuenta en todo el desarrollo de la concepción de Arismendi sobre la vía de aproximación al socialismo que es la categoría de Democracia Avanzada.
Es la formulación conceptual de Democracia Avanzada producto necesario del estudio de la realidad uruguaya en todas sus vertientes, pero también lo es de la propia decisión de Arismendi de entender desde sus principios éticos, morales y revolucionarios que es la vía más lógica, deseable y posible de avanzar hacia el socialismo. Y no es una contradicción el entender que la vía más probable de tránsito al socialismo sea una vía no pacífica. Es ésta también una probabilidad que se enmarcará dentro del grado de intervención de la clase obrera y el pueblo en la construcción de la misma.
Arismendi en su análisis científico, al igual que quienes intervienen en las problemáticas sociales, no es desapasionado. Objetivo, pero enmarcado en el curso de desarrollos sociales que el mismo participa y condiciona. El Arismendi creador dentro de los parámetros del marxismo y del leninismo crea también la realidad sobre la que actúa. Crea opciones con su pensamiento y con su teorización de la realidad. Tiene como ser social vinculado por decisión propia a la suerte de la clase obrera, la obligación ética de optar siempre por aquello que le resulte moralmente más aceptable. Se puede con nuestra conducta colectiva adoptar formas de comportamiento y pensamiento que generen la praxis que nos lleve a la consecución de los objetivos expresados en la ética que sostenemos como revolucionarios. Sobre la existencia de determinaciones económicas y sociales siempre es el hombre quien hace su propia historia.
Democracia Avanzada no es solo una categoría política, es también expresión del genio intelectual de Arismendi. Concepción que sin duda refiere a la globalidad del proceso revolucionario, donde tiene su inserción como “vía de aproximación” al socialismo.
“Es una transformación económica, social y política y una singular correlación de fuerzas que permite y facilita la indagación de las formas y la comprobación en la práctica de ese desarrollo de la democracia hasta sus últimas consecuencias” (Nuevos problemas de América Latina al tramontar los ochenta y el papel de la izquierda).
Las ideas básicas que nos da Arismendi en la cita anterior se pueden resumir en:

1. Al hablarnos de una transformación económica, social y política es claro que se produce durante un período de tiempo que implica cambios económicos, sociales y políticos; es decir cambios que afectan no solo al sistema productivo sino obviamente también a todo el entramado jurídico y administrativo y a las relaciones de las clases entre ellas tanto en la esfera de la producción como en la superestructura.

2. Existe también una correlación de fuerzas tal que permita a la democracia burguesa ir avanzado hasta sus últimas consecuencias, hasta que el marco de la misma oprima el deseo de las fuerzas sociales que impulsan y hegemonizan el proceso de avanzar hacia otra estructura, hasta otra tipo de democracia, en definitiva hacia el socialismo

Es obvio que Arismendi sigue pensando al igual que los clásicos de marxismo que la piedra de toque fundamental para cualquier revolución es la destrucción, que no su perfeccionamiento, del aparato burocrático-militar del Estado y su transformación en uno nuevo que será el del bloque de clases que hegemonizan el proceso revolucionario. Esto hasta la desaparición del mismo en la sociedad comunista.
Arismendi vio siempre la necesidad de la unidad de la clase obrera, de la izquierda y de todas aquellas fuerzas susceptibles de avanzar con un programa que diera solución a los grandes problemas nacionales.
“Para los comunistas, el nacimiento del Frente Amplio -síntesis política de ambos aspectos: la unidad de masas y la unidad de partidos- una etapa superior en la formación de la fuerza política y social de revolución. Es la coalición del proletariado y las capas medias. Es una vía concreta de aproximación del pueblo al poder”. (Algunas experiencias uruguayas).
El Frente Amplio surgió en un período signado por luchas obreras de gran magnitud, producto de una crisis estructural que aparejó una gran polarización social. La aplicación de diversos modelos neoliberales dependientes del FMI son contestados desde la movilización social en un intento de mantener el salario y las ventajas sociales existentes.
La aparición en la escena política del Frente Amplio, con un programa de cambios antiimperialista y antioligárquico, es la mayor expresión de unidad creada por el pueblo en toda su experiencia de lucha y que ahora se lleva al plano de la unidad política. Es también consecuencia directa de la unidad de la clase obrera surgida en torno a la central única de trabajadores: la CNT. No es una mera coalición electoral; es en palabras de Arismendi: “forma de la unidad del pueblo para la conquista del poder”.
Significa la unidad del pueblo, de la clase obrera, de las capas medias, de los trabajadores del campo, de estudiantes. Es unidad por un lado de grandes sectores de la población y por otro de partidos políticos, de intelectuales, de personalidades, de militares demócratas. Sin duda aquí se forja la base social de la revolución.
Arismendi: “…un movimiento que tenga por base social de sustentación la alianza de la clase obrera y de los diversos sectores de trabajadores con las amplias capas medias de la ciudad y el campo; pero que sea apto a la vez, para arrastrar tras de sí a todos lo que se oponen directa o indirectamente a la oligarquía y al imperialismo”.
Es demasiada la importancia del pensamiento de Arismendi para sintetizarlo en un espacio de tiempo tan limitado, tarea además que excede las capacidades de quien expone.
Sería no obstante pecaminoso terminar estas reflexiones sobre el pensamiento de Arismendi, que intentaron abarcar solo una parte de su praxis y pensamiento político, que no agotan ni siquiera en parte mínima todas las facetas de tan insigne revolucionario, sin unas mínimas palabras sobre el papel de la universidad en la revolución dentro del pensamiento arismendiano.
Se pregunta: ¿es que el proletariado y su partido no tiene en sus alforjas respuestas para el problema de la cultura, de la educación y de la enseñanza, hasta tanto no se produzca la revolución?”. (La universidad y la revolución)
La respuesta es positiva a esta pregunta y la da, nos obliga a pensar en la ubicación de la Universidad entre las fuerzas motrices de la revolución y que no debemos perder el punto de vista principal: “el ensanchamiento del campo de la revolución”. (Ídem).
Nos plantea el estudio de la universidad, desde su función social, la transmisión de valores de las clases dominantes y la formación de los técnicos necesarios que cubran las necesidades de la sociedad capitalista. Pero nos dice que esta no está ajena a la contradicción básica de la sociedad entre las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas. Estas últimas tiene su grado propio de autonomía condicionando las necesidades técnicas y científicas. Por lo tanto la universidad también se desgarra en los marcos generales de las contradicciones de la sociedad capitalista.
La lucha de clases se expresa en la universidad en los aspectos pedagógicos pero también en la lucha política que desarrollan estudiantes y profesores, lucha política que acerca no solo a ellos sino a la propia institución al campo de la revolución. La lucha por la solución propia de los problemas de la universidad se da en el marco de la lucha inmediata sin que eso signifique el cambio cualitativo para la misma, que solo se hará en el marco de una revolución triunfante.
La discusión sobre los problemas propios de la misma deviene muchas veces en enfrentamientos con la política de la gran burguesía y el imperialismo. Por eso Arismendi responde afirmativamente a su propia pregunta.
A ninguno de los presentes se nos escapan las similitudes de muchas nociones y conceptos con los de Antonio Gramsci.
Muchas gracias compañeros.

Barcelona a 31 de Mayo de 2008

domingo, 14 de diciembre de 2008



Autores varios Redacción y aportes propios: Ruiz Pereyra Faget
NOCIONES DE ECONOMÍA POLÍTICA
Especialmente dedicado a los jóvenes como lectura introductoria al tema.
RPF.
Índice
Pág.
• Concepto de Economía Política ………………… 4
• Teoría del Valor………………………………….. 6
• La naturaleza del capital …………………………12
• El dinero ………………………………………….. 16
• La ley general de la acumulación capitalista …… 20
• La propiedad de la tierra. La renta del suelo …… 23
• La rotación del capital. La ganancia comercial …. 25
• El capital de préstamo …………………………….. 28
• La macroeconomía ………………………………… 32
- I -
Concepto de Economía Política
La Economía Política es la ciencia del desarrollo de las relaciones sociales de producción, es decir, de las relaciones económicas entre los hombres. Estudia las leyes que gobiernan la producción y la distribución de los bienes materiales en la sociedad humana a lo largo de las diversas fases de su historia
• Es una ciencia clasista: trata de las relaciones económicas entre los hombres y entre las clases, ocupándose de sus intereses vitales. Los economistas burgueses estudian la realidad más o menos objetivamente mientras la burguesía es una clase ascendente (siglos XVII y XVIII). Tuvo eminentes hombres de ciencia como Quesnay, Turgot, Adam Smith y David Ricardo. Desde que la clase obrera comenzó a actuar como fuerza independiente, a partir de 1830, a los economistas burgueses les resultó imposible explicar científicamente la explotación y la miseria en que vivían los obreros y la desigualdad en la distribución de la producción en cuyo proceso su papel era fundamental. La explicación científica la proporcionó Carlos Marx en sus obras, “Crítica de la Economía Política” (1859) y principalmente en “El Capital”.Tomo I (1867).
• Es una ciencia histórica: los fisiócratas, que eran los economistas del enciclopedismo francés y los clásicos ingleses, como Smith y Ricardo, consideraban que las leyes de la economía eran tan naturales y eternas como las leyes de la naturaleza. Marx demostró la falsedad de esta tesis al afirmar que las leyes de la economía cambian según el lugar y la época. No funciona del mismo modo la producción y la distribución en la comunidad primitiva, en el régimen esclavista, en la servidumbre y bajo el dominio del modo de producción capitalista. Cada una de estas fases históricas tiene sus leyes. Lenin, por ejemplo, estudió las leyes de la economía capitalista en la época imperialista en su obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo” (1916).

El conocimiento de las leyes de la economía en la época en que vivimos ayuda a desarrollar la conciencia de las grandes masas de la población de un país que son explotadas o excluidas por las leyes imperantes de la producción y la distribución de los bienes materiales indispensables para vivir.
1. La producción mercantil y el dinero.
Una de las leyes económicas en el actual régimen burgués-capitalista, es la producción de bienes para el mercado, es decir, para la venta o el intercambio con otros productos. Este producto, que va al mercado, es la mercancía y constituye la célula económica de la sociedad.
1.1 La producción mercantil está caracterizada por la existencia de productores independientes, que se especializan en determinados bienes materiales que la sociedad requiere para satisfacer sus necesidades. Para que exista la producción
mercantil debe darse una condición importantísima: la división social del trabajo. Por ejemplo, unos producen tejidos, otros calzados, otros muebles, otros herramientas, etc. Es evidente, que para satisfacer sus necesidades, estos productores deben intercambiar sus productos. De este modo, unos dependen de los otros.
1.2 Esta es una condición de la producción mercantil, pero es necesaria otra: la existencia de propietarios de los medios de producción. Veamos el siguiente caso: Un hombre ha fabricado un artículo y quiere venderlo a otro. ¿Puede hacerlo? Sí, puede, pero únicamente en el caso de que sea el dueño de la máquina o de las herramientas para fabricar. En la comunidad primitiva no se daba esta condición. Había división del trabajo pero no había cambio mercantil porque no había propietarios individuales. Para que exista el mercado debe existir el propietario de los medios de producción.
1.3 La producción mercantil se divide en producción mercantil simple y en propiedad mercantil capitalista. Los representantes típicos de la producción mercantil simple son los pequeños campesinos y los artesanos. Trabajan ellos mismos sin explotar el trabajo ajeno. Por el contrario, la producción mercantil capitalista no se basa en el trabajo personal del propietario, sino en el trabajo asalariado de los obreros. Con su dinero, el capitalista compra la fuerza de trabajo que necesita para accionar las máquinas o hacer producir la tierra.
-o-o-o-
-II –
Teoría del valor
¿Cómo se origina el valor de las mercancías? Este es uno de los problemas claves de la economía política y en donde aparecen los intereses de clase en su interpretación. Para la burguesía, la teoría del valor será una; para la clase trabajadora, será otra.
1.4 La teoría del valor burguesa. Adam Smith y David Ricardo.
Adán Smith (1723-1790), economista y filósofo escocés, llamado por Marx, el “economista del período manufacturero” sostiene en su obra fundamental “De la riqueza de las Naciones…” (1776) que el trabajo es el creador del valor, allí donde se produzcan bienes materiales, tanto en la agricultura como en la industria. Rectifica, así, la opinión de los fisiócratas que sostenían que la agricultura era la única creadora de riqueza. La conclusión teórica de Smith coloca a la economía política en el camino correcto para descubrir la esencia de la producción en cualquier sociedad, incluyendo el capitalismo. Sin embargo, la insuficiencia del razonamiento de Smith surge cuando explica el beneficio del empresario, en el modo de producción capitalista, como retribución por el riesgo asumido al invertir su capital en una empresa que resultará exitosa o no.
En el capítulo 6, del Libro I, de la obra mencionada dice: “Tan pronto como la acción haya permitido a ciertas personas acumular cierta cantidad de capital algunas de ellas la emplearán naturalmente en contratar obreros a los que proveerán de los materiales y de la subsistencia, para obtener un beneficio por la venta de su trabajo, o por lo que agrega su trabajo al valor de los materiales. En la venta contra pago en dinero, o por el intercambio con otras mercancías, no basta que sea suficiente para pagar el precio de los materiales, y los salarios de los trabajadores, sino que algo debe quedar para beneficio del empresario que arriesga su dinero en esta aventura”.
Otro aporte de Smith en este tema del valor de las mercancías, es la distinción entre precio natural y precio de mercado. El primero, es el que llamamos precio de producción o precio de coste, en el que el empresario estima también su ganancia. Pero luego, el empresario va al mercado a vender su producto y se encuentra que el precio de otros productos similares es más bajo y que incluso no cubre el gasto que él anticipó en alquiler, máquinas, materias primas y salarios.
En el capítulo 7, del Libro I, expresa Smith: “Sin embargo el beneficio que le deja el precio del mercado, si se trata de una libertad perfecta (diríamos “libre concurrencia”), no es siempre el más adecuado para satisfacer expectativas del empresario. El precio real de cualquier producto que se vende corrientemente se llama su precio de mercado. Puede estar arriba, o abajo, o exactamente igual a su precio natural. El precio de mercado de cada mercancía particular es regulado por la proporción entre la cantidad que se trae realmente al mercado, y la demanda (diríamos hoy la oferta y la demanda) de
los que están dispuestos a pagar el precio natural de la mercancía, o del valor entero del alquiler, del trabajo, y del beneficio. Tales personas pueden ser llamadas los demandantes eficaces, y su demanda la demanda eficaz; puesto que puede ser suficiente ofrecer la mercancía para ser adquirida”.
En consecuencia, el precio de un producto en el mercado, siempre que exista libre concurrencia, depende de su costo de producción y de la oferta de productos similares y la demanda de quienes están dispuestos a comprar esa mercancía.
Hasta aquí las ideas de Adán Smith sobre el valor.
David Ricardo (1772-1823), banquero londinense, en el capítulo I de su obra principal, “Principios de Política Económica e Impositiva” (1817), dedicado al estudio del valor, comparte la tesis de Adán Smith que el trabajo es el que crea el valor de la producción material. “El valor de un producto, o de cualquier otra mercancía que se produzca para el cambio, depende de la cantidad relativa de trabajo que sea necesario para su producción”, comienza diciendo.
Destaca la distinción de Smith entre valor de uso y valor de cambio. Señala que aunque la utilidad no es la determinante del valor de cambio –porque el agua y el aire tienen gran utilidad y no tienen valor de cambio- no puede existir un producto con valor de cambio que no sea útil. “La utilidad entonces no es la medida de valor de cambio, aunque es absolutamente esencial para él. Si un producto no fuera de manera alguna útil, - es decir si no pudiera de ninguna manera contribuir a nuestra satisfacción, - sería carente de valor de cambio, independientemente de la calidad de trabajo que se haya empleado para procurarlo”, agrega.
La utilidad que posee un producto deriva de su valor de cambio a partir de dos fuentes: de su escasez, y de la cantidad de trabajo requerida para obtenerlo. “Hay algunas mercancías –expresa Ricardo- cuyo valor es determinado por su escasez solamente. Ningún trabajo puede aumentar la cantidad de tales mercancías, y por lo tanto su valor no se puede medir por una fuente laboral. Algunas estatuas y cuadros raros, los libros escasos y las monedas, vinos de una calidad peculiar, que se pueden hacer solamente de las uvas producidas en un suelo particular, del cual hay una cantidad muy limitada, son todas un ejemplo. Su valor es enteramente independiente de la cantidad de trabajo originalmente necesario para producirlas, y varía con la abundancia y las inclinaciones de los que sean deseosos de poseerlas. Estas mercancías, sin embargo, forman una parte muy pequeña de la masa de las mercancías intercambiadas diariamente en el mercado. En gran medida, la parte mayor de esas mercancías que son objeto del deseo, son proporcionadas por el trabajo y pueden ser multiplicadas, no en un país solamente, sino en muchos, casi sin ningún límite asignable, si se realiza el trabajo necesario para obtenerlas”.
“Una vez más, en ese temprano y desarrollo primitivo de la sociedad, que precede la acumulación del capital y la apropiación de la tierra, la proporción entre las cantidades de trabajo necesarias para adquirir diversos objetos parece
ser la única medida que puede permitirse cualquier regla para intercambiarlos por otra”, sigue Ricardo.
“Si la cantidad de trabajo observada en las mercancías, regula su valor de cambio, cada aumento de la cantidad de trabajo debe aumentar el valor de esa materia en el cual se ejercita, pues cada disminución debe bajarla”. “Adán Smith, que definió tan exactamente la fuente original del valor de cambio – continúa Ricardo- y que sostuvo sólidamente que las cosas llegan a ser más o menos valiosas en la medida en que tengan más o menos trabajo en su producción, ha erigido asimismo otra medida estándar de valor, y habla de las cosas que eran más o menos valiosas, en la medida en que se cambien, proporcionalmente, por esta nueva medida estándar”. “Él habla a veces del maíz, y otras veces del trabajo, como medida estándar; no la cantidad de trabajo aplicada a la producción de cualquier objeto, sino la cantidad en que ambos pueden presentarse en el mercado: como si éstas fueran dos expresiones equivalentes, y como si el trabajo de un hombre pudiese ser doblememte eficiente, y podría por lo tanto producir dos veces la cantidad de una mercancía, y por lo tanto recibiría necesariamente dos veces la cantidad anterior en el intercambio. Si esto fuera de hecho verdad, si la recompensa del trabajador estuviera siempre en proporción con lo que él produjo, la cantidad de trabajo aplicado en una mercancía, y la cantidad de trabajo que esa mercancía compraría, serían iguales, y cualquiera podría medir exactamente las variaciones de las otras cosas: pero no son iguales; el primero es bajo muchas circunstancias un estándar invariable, indicando correctamente las variaciones de las otras cosas; el último está conforme a tantas fluctuaciones como las mercancías comparadas con él”.
Ricardo considera que Smith ha cometido un error al medir el valor del maíz por su escasez solamente y no por el trabajo aplicado a la agricultura y se pregunta: “¿Ese valor (el del maíz) también no varía si se incorporan mejoras en la agricultura, si se mejora la maquinaria y los instrumentos usados hasta entonces, así como el descubrimiento de las nuevas zonas de tierra fértil, que en otros países se pueden tomar en cultivo, y que afectarán el valor del maíz en cada mercado donde está libre la importación?”.
Tanto el valor de a producción de maíz como la de la producción de zapatos tiene como fuente el trabajo. Los precios entre unos y otros son precios relativos que pueden cambiar por causas inherentes a las condiciones de producción en ambos campos y corresponde a la ciencia determinar la causa de esas variaciones.
La definición de Ricardo tiene un segundo elemento que introduce una cuña en la definición de Smith del valor, de gran importancia para la economía política. “El valor de un producto, o de cualquier otra mercancía que se produzca para el cambio, depende de la cantidad relativa de trabajo que sea necesario para su producción, y no de la mayor o de la menor remuneración que es pagada por ese trabajo”. Aquí aparece, por primera vez, la distinción entre el salario que el empresario paga al obrero y el valor de la mercancía que, según la definición de Smith es trabajo. Ricardo no va más allá de este señalamiento pero será Marx que dilucidará el asunto: existe una parte del
trabajo del obrero que no es retribuida y que constituye el beneficio del empresario.
1.5 La teoría marxista del valor.
Carlos Marx (1818-1883), alemán y filósofo hegeliano hasta los 26 años, comienza la crítica del idealismo alemán y de los discípulos de Hegel y se entrega al estudio de la “historia real” que transcurre bajo sus ojos y que está caracterizada, en su país, por la lucha de los campesinos contra los terratenientes y, en Inglaterra y Francia, de los obreros contra los propietarios de las fábricas. Ya, en “La ideología alemana” (1846) llega a la conclusión de que “la historia de las sociedades es la historia de la lucha de clases”, tesis fundamental del “Manifiesto del Partido Comunista” de febrero de 1848.
Para investigar la ley económica que genera este antagonismo de clases en la sociedad burguesa, comienza a estudiar, en 1844, la obra de David Ricardo, que es el desarrollo más completo de la teoría económica burguesa. Marx ya ha tomado posición al lado del proletariado y llega a la conclusión de que sólo una investigación de los intereses materiales de la burguesía puede dar una explicación objetiva de los hechos.
En la década de los 40’, junto a la clase trabajadora, se encontraba otro pensador –de origen obrero-, Pierre Joseph Proudhon (1809-1865), que no había roto con el idealismo filosófico y que veía en las contradicciones económicas la antinomia metafísica entre el bien y el mal. “A su juicio, el movimiento dialéctico es la distinción dogmática de lo bueno y de lo malo”, dice Marx en “Miseria de la filosofía” (1847). En otras palabras, la solución de las contradicciones es un problema moral. De esta premisa idealista arranca la concepción moderna del anarquismo, de la cual Proudhon es uno de sus exponentes más destacados.
En 1847, Marx ha recogido de la economía clásica inglesa, basada en la observación de los hechos vistos desde la óptica burguesa, las siguientes tesis:
• La división del trabajo surge históricamente cuando la producción ha alcanzado cierto desarrollo; en la comunidad primitiva existe la división del trabajo y los productos se distribuyen según las necesidades del colectivo;
• Con la aparición de la propiedad individual, a la que se suma la división del trabajo, surge la necesidad del intercambio de productos entre propietarios. El producto se convierte en “mercancía”;
• El trabajo es el creador del valor de las mercancías, y el cambio, en el mercado, se realiza comparando la cantidad y calidad del trabajo aplicado en su producción; este valor se llama valor de cambio;
• Para que una mercancía encuentre demanda en el mercado debe tener una utilidad. Este es otro tipo de valor que los economistas denominan

valor de uso;

• La oferta y la demanda de mercancías en el mercado, regula el precio que puede estar por debajo, por encima o igual al valor de la mercancías;
• Los obreros crean todo el valor de la mercancía pero perciben –como salario-sólo una parte de ese valor (Aporte fundamental de Ricardo).
• El propietario percibe un beneficio por el riesgo que asume al colocar su dinero en la producción (en edificios, materias primas, máquinas y salarios).
La ley del valor –definida por la Economía Clásica- es la ley económica de la producción mercantil, según la cual las mercancías se cambian con arreglo a la cantidad de trabajo socialmente necesario –es la competencia la que establece la regulación- invertido en producirlas. La producción mercantil instaura así, una organización y un orden de la producción social que son los únicos posibles en el modo de producción capitalista.
El problema fundamental a resolver, y que no resolvieron los economistas clásicos, es de dónde sale la ganancia del propietario. Ricardo había dejado la puerta abierta para una explicación científica, con todas las consecuencias que implica, y a ella dedica Carlos Marx todo su esfuerzo, luego que se radica en Londres, en 1850.
Fruto de sus exhaustivas investigaciones, en el Museo de Londres, sobre la historia de la economía política, Marx publica en 1859 la “Contribución a la crítica de la economía política” que incluirá, luego en el Tomo I de “El Capital” que aparecerá en 1867.
Su investigación comienza por la mercancía. ¿Por qué? “La riqueza de la burguesía aparece, a primera vista –dice en el primer párrafo de las dos obras- como una inmensa acumulación de mercancías y la mercancía, tomada aisladamente, como la forma elemental de esta riqueza. Pero cualquier mercancía se presenta bajo el doble aspecto de valor de uso y de valor de cambio”.
La mercancía aparece como una cosa trivial y enigmática, una especie de objeto de adoración o de fetiche para el burgués que, a través del cambio, produce el efecto fantástico de multiplicar la riqueza. Pero en realidad, comenta Marx, el fetiche es solo la apariencia porque si indagamos en su esencia descubrimos que es el producto de determinadas relaciones sociales. Lo que se cambia en el mercado no son cosas –como sostienen los burgueses- sino trabajo cosificado, realizado por los obreros y creador del valor de las mercancías.
En la economía mercantil no se puede crear un valor de uso sin crear al mismo tiempo un valor de cambio. Al producir una mercancía, el obrero invierte trabajo. Este trabajo reviste un doble carácter. Por una parte, es trabajo concreto –una silla, una mesa, etc.- y por otro, trabajo abstracto que es el que ingresa como valor en el mercado.
El objetivo y principio rector de la producción capitalista es la producción de plusvalía. ¿Cómo surge? El obrero reproduce el valor de su salario, por ejemplo, en 5 horas, pero su jornada de trabajo es de 8 horas. El obrero percibe sólo una parte de valor que ha creado en 8 horas. Lo que el
burgués paga al obrero es su fuerza de trabajo, que compra en el mercado, por un precio, a los obreros que buscan trabajo. La fuerza de trabajo es, pues, una mercancía como las otras y, como cualquier mercancía, el precio del salario se regula por la oferta y la demanda.
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-III -
La naturaleza del capital
Los economistas burgueses llaman capital a todo instrumento de trabajo, comenzando por la piedra y el palo del hombre primitivo. Tal explicación del capital persigue el objetivo de encubrir el carácter verdadero de las relaciones de producción.
En realidad, los medios de producción no son capital de por sí; son una condición indispensable para la existencia de cualquier sociedad, y en este sentido guardan una relación de indiferencia respecto a las distintas clases. Los medios de producción sólo se convierten en capital cuando son propiedad privada de los capitalistas y sirven de medio de explotación de la clase obrera. El capital no es una suma de dinero ni un medio de producción, sino una relación social de producción históricamente determinada, en la que los instrumentos y medios de producción (edificios, tierra, máquinas, etc.) lo mismo que los medios fundamentales de existencia (los alimentos y la vivienda, por ejemplo) son propiedad de la clase capitalista, mientras la clase obrera –la principal fuerza productiva de la sociedad- está privada de los medios de producción y de los medios de existencia.
Capital constante (cc) y capital variable (cv).
Para poner en evidencia la naturaleza del capital, reviste gran importancia la división, que hace Marx, entre capital constante y capital variable.
Al iniciar la producción, el capitalista invierte una parte de su capital en la construcción del edificio fabril, en adquirir máquinas, materias primas, materiales auxiliares y combustible. La magnitud de este capital, plasmada en medios de producción, no cambia en el proceso de la producción, y sólo se transfiere a la nueva mercancía producida a medida que se consumen aquéllos. El valor de la materia prima, de los materiales auxiliares y del combustible, se transfiere íntegramente a la nueva mercancía en cada acto de producción. Esta parte del capital, que no cambia de magnitud en el proceso de producción, se llama, por esta característica, capital constante.
Además de los medios de producción, el capitalista compra también la fuerza de trabajo, invirtiendo en ello una parte del capital. Al concluir el proceso de producción, en las manos del capitalista se halla un nuevo valor, producido por los obreros. Este nuevo valor es superior al valor de la fuerza de trabajo que el capitalista paga en forma de salario. La parte del capital que se gasta en la compra de fuerza de trabajo y que crece en el proceso de la producción debido a que los obreros crean plusvalía, se denomina capital variable.
Al descubrir la división del capital en constante y variable, Marx puso al desnudo el misterio del capital, que consiste en que sólo el capital variable es fuente de plusvalía.
Los economistas burgueses niegan la división del capital en constante y variable porque esta división revela la naturaleza explotadora del capital. No reconocen más que aquella división del capital a la que se atiene el capitalista en sus cálculos comerciales, a saber: la división en capital fijo y circulante. Esta división del capital sólo permite ver el mecanismo de la producción, pero vela la relación social de explotación del obrero.
Para el capitalista la fórmula general del capital es: D + M + D’, es decir, con el dinero que dispone compra medios de producción y fuerza de trabajo para producir mercancías que, al venderlas, le producen una ganancia. El capital “D” se transformará, por el proceso de la producción y su venta, en D’.
La parte del capital que transfiere su valor al producto acabado por partes, a medida que se produce el desgaste (los edificios, la maquinaria, las herramientas), se llama capital fijo. La parte del capital que se invierte en materia prima, fuerza de trabajo, materiales auxiliares, combustibles, etc. y revierte íntegramente en un período de producción en forma de dinero, al realizarse la mercancía, se llama capital circulante. Este capital transfiere íntegramente su valor al producto acabado.
La relación entre el capital constante y el capital variable es llamada por Marx “composición orgánica del capital” y tiene una importancia en las otras leyes que rigen el modo de producción capitalista.
La cuota de plusvalía
El capital variable es la fuente de plusvalía; el capital constante no, y por lo tanto debe excluirse al determinar la cuota de plusvalía, que es la magnitud de la explotación porque es trabajo no pagado. Por eso, para determinar esta magnitud hay que compararla sólo con el capital constante.
• La fórmula cc+cv+pl es la fórmula de la producción capitalista descubierta por Marx.
• A los términos cc+cv Marx les llama capital orgánico. Es la suma y la relación, al mismo tiempo, entre el capital constante y el capital variable.
• La cuota de plusvalía es la relación pl/cv, es decir la relación entre el trabajo no pagado (o plustrabajo que genera plusvalía) y el trabajo pagado (salario).

Al revelar el misterio de la explotación capitalista, Marx descubrió la ley económica fundamental del modo capitalista de producción. “La producción de plusvalía, la fabricación de ganancia, es la ley absoluta –escribió Marx- de este sistema de producción”.
La ley de la plusvalía permite comprender y explicar todos los procesos y fenómenos que se producen en la sociedad burguesa. Expresa la esencia de la explotación de las masas trabajadoras; condiciona el recrudecimiento de la competencia y la anarquía de la producción, el incremento del empobrecimiento
de las masas trabajadoras, el aumento del paro forzoso y la agudización y agravación de todas las contradicciones del capitalismo.
La clase obrera comenzó a luchar tenazmente por la reducción de la jornada de trabajo, en la tercera década del siglo XIX. Inglaterra fue el primer país donde surgió esta lucha, que tomó un carácter particularmente intenso cuando la clase obrera reivindicó la jornada de 8 horas. La lucha de la clase obrera hizo que en la mayoría de los países capitalistas se limitara la jornada de trabajo por vía legislativa.
La plusvalía relativa
Ahora bien, ¿cómo resuelve el capitalismo el problema de la obtención del máximo de plusvalía si no se puede prolongar la jornada de trabajo?
El empresario, obligado a reducir el tiempo de trabajo necesario, aumenta a cuenta de eso, el tiempo de trabajo adicional, manteniendo invariable la duración de la jornada. ¿Cómo se logra eso? Recordemos que el salario representa, para el obrero, el valor indispensable para adquirir sus medios de subsistencia. Si se llega a un aumento de la productividad del trabajo en las ramas que producen artículos de uso y consumo, se reducirá el valor de los mismos. Ello supondrá un descenso del valor de la fuerza de trabajo y, por consiguiente, del tiempo de trabajo necesario. A costa de esta reducción aumentará el tiempo de trabajo adicional.
Supongamos que la jornada de 10 horas se divide en 5 horas de tiempo de trabajo necesario y 5 horas de tiempo de trabajo adicional. Admitamos, luego que debido al ascenso de la productividad del trabajo, el tiempo de trabajo necesario (5 horas) se reduce a 3 horas. Entonces, el tiempo de trabajo adicional (5 horas) aumenta hasta 7 horas. El grado de explotación (o cuota de plusvalía) será mayor, aunque la duración de la jornada sea la misma. Una forma de aumentar la productividad del trabajo es incorporar a la producción máquinas más modernas. Por esta razón el desarrollo de la ciencia y la tecnología está ligada directamente al modo de producción capitalista, para reducir el tiempo de trabajo necesario para el pago del salario y aumentar la plusvalía.
Los obreros, en el siglo XIX vieron en las máquinas un enemigo. Marx les hace ver que las máquinas no son enemigas de los obreros sino el modo de producción capitalista que las convierte en un medio de aumento de la productividad, por ser propietarios de esos medios. Es a la propiedad que hay que combatir y no a las máquinas. En una sociedad socialista, las máquinas serán propiedad de la clase trabajadora y la productividad que generen será para beneficio de toda la sociedad.
Esta importancia de las revoluciones científicas y tecnológicas tiene amplias consecuencias en la educación cuya dirección principal será la formación de obreros calificados en el dominio de las máquinas, lo que la burguesía llama “educación utilitaria” que, opone falsamente, a la educación humanista que implica una comprensión del mundo. Por el contrario, las dos
están indisolublemente ligadas y las dos constituyen la “educación integral” necesaria para la edificación de la sociedad socialista.
La plusvalía lograda mediante la reducción del tiempo de trabajo necesario y el correspondiente aumento del tiempo de trabajo adicional, debido a una mayor productividad del trabajo, se denomina plusvalía relativa.
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IV
El dinero
El valor no es una propiedad física o cualidad de la mercancía. Por más que se fije uno en la mercancía, no logrará ver su valor. Al mismo tiempo, cuando preguntamos cuánto cuesta una u otra mercancía, nos responden que cuesta tantos pesos, dólares o euros. Se llega así a la conclusión de que el valor encerrado en la mercancía se manifiesta bajo la forma de dinero, se expresa en dinero.
En efecto, el dinero cumple una función social muy importante en la producción mercantil: es la mercancía que sirve para expresar y medir el valor de todas las demás mercancías. En la sociedad basada en la producción y circulación mercantiles, todas las mercancías se dividen en dos polos: en uno se halla el dinero; en el otro, la enorme masa de las demás mercancías. Debe señalarse que la formación de estos polos es resultado del desarrollo histórico del cambio. Hubo tiempos en que el valor de cada mercancía se expresaba directamente en otra mercancía. Esta última era un equivalente, es decir, tenía el mismo valor que la primera. Debido al desarrollo del cambio, en el transcurso de largos períodos (muchos cientos de años), de toda la masa de mercancías se destacó una que pasó a desempeñar el papel de equivalente universal, es decir, de expresión universal del valor. Esta mercancía es precisamente el dinero. Poco a poco, el papel del dinero lo asumieron los metales preciosos: el oro y la plata. Éstos poseen propiedades que los hacen ser los más adecuados para cumplir la función de dinero: la homogeneidad, la divisibilidad, la capacidad de conservación y su fácil transporte.
Funciones del dinero. Son cinco:
• La principal, es servir de medida del valor; el valor de la mercancía en el mercado, expresada en dinero se llama precio; en Uruguay, la unidad monetaria es el peso.
• Medio de circulación. Desde que apareció el dinero, el cambio de mercancías se efectúa a través del dinero. Primeramente, la mercancía se cambia por dinero, luego con este dinero se compra otra mercancía.
• Medio de acumulación o atesoramiento. El dinero es el exponente universal de la riqueza.
• Medio de pago. Las mercancías no se venden siempre por dinero, “al contado”. Existe la compraventa de mercancías a crédito. Cuando vence el plazo, el dinero del comprador pasa a manos del vendedor.
• Dinero mundial. En el mercado mundial, según expresión de Marx, el dinero se despoja de su uniforme nacional y abandona su forma de moneda para recobrar la forma originaria: la de barras de oro y plata. Hasta el acuerdo monetario de Bretton Woods –en julio de 1944- el oro cubría los saldos negativos del intercambio comercial. Era el sistema del “Gold Bullion Standard” (lingote de oro). A partir de esta fecha, el billete dólar adquirió una función similar al oro, comprometiéndose Estados Unidos a un cambio fijo de 1 onza troy de oro por 35 dólares. Es el sistema “Gold Exchange Standard”. Esta situación se mantuvo hasta

el 15 de agosto de 1971 en que Estados Unidos, unilateralmente, violó el acuerdo de Bretton Woods, estableciendo la “flotación del dólar” (“Gold Exchange Float”) con respecto al oro, pasando a estabilizarse la onza troy a un valor oscilante entre 350 y 400 dólares, después de haber subido su precio a 800 dólares.
El papel moneda. La inflación.
El papel moneda está constituido por los signos monetarios emitidos por el Estado, que sustituyen y representan al oro en su función de medio de circulación y de pago. El papel moneda carece prácticamente de valor intrínseco –como el oro o la plata- lo que dificulta, si su circulación se hace forzosa, como ocurrió a partir de 1914 en el Uruguay, de cumplir la función de medida del valor de las mercancías.
El papel moneda que se emita debería representar el valor de la cantidad de oro necesario para servir a la circulación de mercancías. Como el dólar ha sustituido al oro como moneda de reserva del Banco Central, el papel que se emita por el Estado uruguayo no debería exceder el volumen de esas reservas de billete norteamericano. Como el papel moneda dólar no tiene valor intrínseco sino que es emitido como papel impreso por el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, su valor oscila permanentemente, dependiendo de los déficits de las cuentas nacionales (comercio internacional y Presupuesto) de Estados Unidos y de las tasas de interés manejada administrativamente por la Reserva Federal. Todo el mundo de los negocios y los países endeudados están pendientes de que Estados Unidos suba o baje la tasa de interés de sus bonos de deuda y de los préstamos preferenciales a los grandes empresarios.
Si la cantidad de moneda papel, necesario para la circulación de las mercancías, coincide con el respaldo de oro del Banco Central, el poder adquisitivo del papel moneda debe coincidir con el del dinero oro. Si el Estado emite más papel moneda que su stock de oro, el billete se deprecia. Del mismo modo, si el Banco Central uruguayo emite más papel moneda que su reserva de dólares, el peso se deprecia perdiendo parte de su poder adquisitivo. Por ello, los déficits fiscales y comerciales del Uruguay se cubren con deuda contraída en dólares.
Hay que observar que esto ocurre en una economía completamente abierta, es decir, de un intercambio comercial sin restricciones y libertad absoluta en el movimiento de dinero con el exterior.
Esta pérdida de poder adquisitivo del papel moneda se llama inflación. Sin embargo, los salarios y los demás ingresos de los trabajadores en los países capitalistas jamás aumentan en los períodos de inflación en la proporción del alza de los precios.
Durante las guerras, cuando cae la producción de mercancías y los déficits fiscales se vuelven enormes, el papel moneda se deprecia y la inflación alcanza alturas astronómicas. Hay distintos procedimientos para
restablecer el equilibrio entre cantidad de dinero y cantidad de mercancías. El más corriente, después de las guerras, es el retiro del dinero depreciado y su sustitución por sumas inferiores de dinero nuevo. Pero las nuevas unidades monetarias, y los valores de las mercancías (precios) que ellas expresan, significan una reducción de los ingresos de los trabajadores, de conformidad con los intereses de la burguesía.
En la actualidad, otro de los métodos para combatir los procesos inflacionarios agudos –provocados por la explotación de los países capitalistas desarrollados de los países de menor desarrollo relativo y más pequeños como el Uruguay o Ecuador- es la sustitución de papel moneda nacional por el papel moneda dólar cuya cantidad es controlada por la Reserva Federal y obliga al Estado, monetariamente satélite, a gastar en el cumplimiento de sus funciones (Presupuesto) el dinero extranjero –sin posibilidad de déficit pues perdió la capacidad de emitir- y realizar sus inversiones en esa misma moneda. El Estado satélite –como en el caso de Ecuador- al eliminar el sucre y adoptar el dólar- y al fijar los precios de las mercancías y de los salarios en dólares, redujo el poder adquisitivo de éstos, para asegurar el beneficio de los empresarios. La dolarización, en Ecuador, no ha controlado la inflación que ahora es en dólares.
Otro procedimiento, aplicado en Uruguay de 1978 a 1982 y de 1991 al 2002, es el “cambio deslizable” preanunciado (Crawling peg) o cambio “pegado al dólar”, popularmente conocido como “la tablita”. Esta “ancla cambiaria” estimula la inversión en dólares –la directa y la especulativa- garantizando al inversor un seguro de cambio con intereses mucho más altos que los habituales. Esto ocurre porque la tasa de interés en moneda nacional es mucho más alta –determinada por la política del Banco Central de reducir la inflación restringiendo la cantidad y el uso de la moneda nacional- que la tasa de interés en dólares. Por ejemplo, un inversor en dólares coloca en un banco 1 millón de dólares. Este banco cambia ese dinero por pesos y lo presta a un interés del 50% anual. El Estado le anticipa al inversor que la devaluación del peso frente al dólar, en el año, va a ser un 10%. En el momento de la colocación del dinero, la cotización de 1 dólar es de $ 10,oo, con lo que llevado a pesos el millón de dólares se transforma en 10 millones de pesos que, a un interés del 50% arroja un resultado de 15 millones de pesos. Como la devaluación del peso anual es de un 10% y los 15 millones se reducen a un valor real de $ 13.500.000 la ganancia de $3.500.000. Al término del contrato, cambiados estos pesos por dólares, cuya cotización, tablita mediante, será de $11,oo (10% de devaluación), el monto en dólares de la inversión será de U$S 1.227.227, con una rentabilidad neta de un 23%, cuando los intereses en dólares en bonos a 10 años, en Estados Unidos son del 2,5% anual. Si el cambio es fijo –uno a uno- como sucedió en la Argentina de Menem-Cavallo, la ganancia es mucho mayor.
Esto es lo que explica que la mayor parte de las inversiones que ingresan al país, sean de “portafolio”, o financieras o, lo que vulgarmente se conoce como “golondrinas”, colocados en depósitos bancarios a corto plazo (en otros países se coloca, además, en las bolsas) y la posibilidad de emigrar en cualquier momento. Este modelo de “plaza financiera” es el que las grandes
transnacionales financieras le asignan a un país pequeño como el Uruguay, pero ubicado estratégicamente en el cono sur de América Latina. El expositor teórico de este modelo fue el Premio Nobel de Economía (1999), Robert Mundell, de nacionalidad canadiense y profesor de la Columbia University de Estados Unidos y asesor de la dictadura uruguaya, que dictó una ilustrativa conferencia en el Banco Central del Uruguay, en agosto de 1976, y que la Dictadura adoptó en 1978.
Mucho mayor es la ganancia cuando esta inversión es realizada en tarjetas de crédito, donde los intereses en moneda nacional pasan el 100%.
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- V ­
La ley general de la acumulación capitalista.
El empobrecimiento de la clase obrera y el crecimiento del paro forzoso no se deben a las leyes “naturales” de la economía, sino a las leyes sociales del orden burgués que rigen la producción capitalista. “Cuanto mayores son las riquezas sociales, el capital en funciones, el volumen y la energía de su crecimiento y mayores también, por tanto, la magnitud absoluta del proletariado y la capacidad productiva de su trabajo, tanto mayor es el ejército de reserva en proporción al ejército obrero activo, y más se extiende la masa de la superpoblación permanente, cuya miseria se halla en razón directa a los tormentos de trabajo del ejército obrero activo. Por fin, cuanto mayores son las capas indigentes de la clase obrera y el ejército industrial de reserva, tanto mayor es el enriquecimiento oficial. Tal es la ley general, absoluta, de la acumulación capitalista”, escribió Marx.
Por tanto, la ley general de la acumulación capitalista consiste en que la acumulación de capital conduce al aumento de la riqueza en un polo –en manos de la clase de los capitalistas- y al aumento del paro forzoso y la miseria en el otro polo, en las filas de la clase obrera.
La leyenda de la “nivelación de los ingresos” entre los obreros y los capitalistas carece de todo fundamento. Su objeto, es apartar a los trabajadores de la lucha por sus intereses cardinales de clase. La acumulación del capital y el empobrecimiento del proletariado son dos aspectos inseparables del desarrollo de la sociedad capitalista.
La tendencia histórica de la acumulación capitalista.
El punto inicial, del que surge la propiedad capitalista, es la propiedad privada de los pequeños productores de mercancías. La pequeña economía mercantil comenzó a diferenciarse en el período del feudalismo y a engendrar elementos capitalistas. Pero este proceso de diferenciación era muy lento. Por eso fue intensificado por la expropiación violenta del pequeño productor de mercancías en el período de la acumulación originaria del capital. Debido a tal expropiación, la propiedad capitalista pasó a ser la dominante. Luego, la ley fundamental del capitalismo –la plusvalía-, hizo el resto.
Cuanto más se desarrolla el capitalismo, mayor es la contradicción entre el carácter social del proceso de producción y la forma de propiedad capitalista, privada. La propiedad privada se convierte en una traba para el desarrollo sucesivo de las fuerzas productivas.
Cuota media de ganancia y precio de producción.
Las empresas que producen la misma clase de mercancías actúan en condiciones diferentes y se distinguen entre sí por sus proporciones y por el nivel del equipo técnico y de la organización de la producción. En consecuencia, el valor individual de las mercancías producidas por las diversas empresas no es
igual. Pero la competencia dentro de cada rama hace que los precios de las mercancías no se determinen por la inversión individual de trabajo para su producción ni por su valor individual, sino por el valor social, de mercado, de estas mercancías.
El hecho de que los precios de las mercancías los determine su valor social beneficia a las empresas en que la técnica de la producción y el rendimiento del trabajo se hallan a un alto nivel. Estas empresas obtienen una ganancia adicional o superganancia. Pero en un régimen de libre competencia, tal situación no puede prolongarse mucho tiempo. Las grandes ganancias seducen a todos. Los rezagados, introducen perfeccionamientos técnicos elevando la productividad y el costo baja hasta igualar a las empresas más adelantadas. La lucha por el mercado lleva a nuevas innovaciones técnicas y a superganancias temporales hasta que se iguala el valor social de todas y así sucesivamente.
Además de la competencia dentro de cada rama existe en la sociedad capitalista la competencia entre diversas ramas de la producción. Este tipo de competencia hace que en las diversas ramas de la industria se nivele la cuota de ganancia o, lo que es lo mismo, que capitales iguales proporcionen ganancias iguales.
¿Cómo se produce la nivelación de la cuota de ganancia? Veamos este ejemplo: supongamos que hay en la sociedad tres ramas de a producción: la de cuero, la textil y la de construcción de maquinaria. En dichas ramas se han invertido capitales iguales, (Ej. 100:000,000 de dólares) pero de diferente composición orgánica (cc+cv): en la del cuero, 70:+30:; en la textil, 80:+20:; y en la de construcción de maquinaria, 90:+10:. Si la plusvalía es de un 100% (pl/cv) en todos los casos, el valor de las mercancías en la primera rama sería 130:; en la segunda, 120: y en la tercera, 110:.
Si las mercancías se vendieran a su valor, la cuota de ganancia (pl/cc+cv), en la primera rama será de 30%; en la textil, el 20%, y en la de maquinaria, 10%.
Los capitalistas que han invertido en la industria de maquinaria, en su afán de obtener más ganancia –que es la ley fundamental del capitalismo-abandonarán esta industria y dirigirán su inversión a la industria del cuero. Los economistas burgueses dicen que, en un régimen de competencia perfecta, el mercado “reasigna” de manera perfecta los capitales. Pero, debido al aflujo de capitales a una rama determinada la producción será superior a la demanda; entonces bajarán los precios de estos artículos, y descenderá la cuota de ganancia, por ejemplo, a 20%. En tanto la producción de maquinaria se reducirá y al mantenerse la demanda, subirán los precios de las máquinas.
Así, la emigración de capitales de una rama a otra origina la nivelación de las distintas cuotas de ganancia, estableciendo una cuota media de ganancia. Con la formación de la cuota media de ganancia, las mercancías ya no se venden de acuerdo con su valor (cc+cv+pl) sino a precios integrados por los gastos de
producción más la ganancia media (cc+cv+gm). A este precio se le denomina precio de producción.
En las ramas con una baja composición orgánica del capital, el precio de producción resulta ser inferior al valor, y la ganancia es inferior a la plusvalía producida; en las ramas de elevada composición orgánica, los precios de producción son superiores al valor y la ganancia es mayor que la plusvalía. En todos los casos los productores de plusvalía son los obreros, pero los capitalistas que se apropian de la mayor parte, son aquellos en que la composición orgánica del capital es más elevada.
Por consiguiente, los obreros no son explotados únicamente por los capitalistas en cuyas empresas trabajan, sino por toda la clase capitalista en su conjunto. Toda la clase capitalista está interesada en elevar el grado de plusvalía ya que ello origina el aumento de la cuota media de ganancia.
Tendencia decreciente de la cuota de ganancia.
A medida que se desarrolla el capitalismo va ascendiendo la composición orgánica del capital. Esto significa que va aumentando la cantidad de materias primas, maquinaria y demás utilaje en las empresas. Al mismo tiempo aumenta el número de obreros, pero este aumento es más lento. Por eso, el capital variable (cv) crece menos que el constante (cc). Pero cuanto mayor es la composición orgánica del capital, más baja es la cuota de ganancia, porque sólo el trabajo vivo –del obrero- crea plusvalía.
El descenso de la cuota de ganancia es inevitable. Sin embargo, existen varios factores que contrarrestan este descenso. El factor principal de freno es la elevación del grado de explotación de los obreros. Existen, además, otros factores como la reducción de los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo (necesidades básicas), las economías del capital constante logradas por condiciones insalubres de trabajo y, a partir de la década de los 70’, del siglo pasado, el traslado de los monopolios industriales a países con salarios más bajos que los del país de origen. Comenzó en Corea del Sur y Taiwán y se extendió luego a Indonesia, Malasia, Singapur y Filipinas, por relocalización de grandes monopolios manufactureros japoneses y norteamericanos.
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- VI ­
La propiedad de la tierra La renta del suelo
¿Cuál es el origen de la renta del suelo? El análisis de este tema presupone que el propietario de la tierra y el capitalista son dos personas distintas. El propietario de la tierra no se dedica a la agricultura o a la ganadería, sino que entrega sus campos en arriendo al capitalista, el cual invierte su capital en la producción agrícola o en la cría de ganado.
El arrendatario contrata a los obreros, que producen la plusvalía. Ésta va a parar ante todo al arrendatario capitalista, que la divide en dos partes, quedándose con una, que es su ganancia, igual a la ganancia media del capital, y la otra parte de la plusvalía, que es un remanente sobre la ganancia media, tiene que entregarla al propietario de la tierra. Esta parte de la plusvalía es la que constituye la renta del suelo.
¿Por qué se apropia el propietario de la tierra de esta parte de la plusvalía? Por la única razón de ser el propietario de la tierra que es un medio de producción limitado creado por la naturaleza. Si el capitalista es al mismo tiempo el propietario de la tierra, él solo se apropia de toda la plusvalía creada por los obreros agrícolas.
La renta capitalista del suelo se distingue de la renta feudal del suelo. Bajo el feudalismo, todas las formas de renta del suelo (pago en trabajo, en especie, en dinero) eran expresión de las relaciones feudales de producción entre las dos clases fundamentales: los terratenientes y los campesinos siervos. Bajo el capitalismo, la renta del suelo expresa las relaciones entre tres clases: los propietarios de tierras, los arrendatarios capitalistas y los obreros agrícolas o peones. Bajo el feudalismo, la renta absorbía todo el plusproducto que rendía el trabajo de los campesinos. Bajo el capitalismo, el plusproducto o la plusvalía se distribuye entre dos clase explotadoras: los arrendatarios capitalistas y los propietarios de las tierras.
Hay que distinguir dos clases de renta: la diferencial y la absoluta. La existencia de estos dos tipos de renta se debe, a la existencia de dos tipos de monopolio: el monopolio de la tierra como objeto de explotación, que engendra la renta diferencial, y el monopolio de la propiedad privada sobre la tierra, que engendra la renta absoluta.
La renta diferencial es el excedente de la ganancia sobre la ganancia media obtenido en las tierras explotadas en condiciones más favorables de producción. Pero no es la tierra la fuente de la renta, sino el trabajo aplicado a una tierra mejor –más fértil o mejor ubicada geográficamente- por lo que es más productivo y rinde una ganancia adicional.
El monopolio de la propiedad privada sobre la tierra excluye la posibilidad de libre emigración del capital de la industria a la agricultura.
Debido a ello, la composición orgánica del capital en la agricultura o en la ganadería es inferior a la que existe en la industria. Ello significa que a un capital igual, en la agricultura corresponde más plusvalía que en la industria. Si existiera la libre emigración de capital de la industria a la agricultura, el excedente de plusvalía, creado en la agricultura merced a la composición orgánica del capital más baja, se distribuiría entre la industria y la agricultura. Pero la propiedad privada sobre la tierra impide esta redistribución del excedente entre los capitalistas. Los dueños de la tierra se apropian del excedente, cobrándolo a los capitalistas que invierten sus capitales en la agricultura.
Los capitalistas no pueden emprender la producción agrícola sin pagar el usufructo de la tierra al propietario de ésta. El tributo que cobra el propietario de la tierra, partiendo del derecho de propiedad privada sobre la tierra, se llama renta absoluta.
La tierra es un don de la naturaleza y no tiene valor, pero bajo el capitalismo se vende y se compra, es decir, se convierte en mercancía.
Surge la pregunta: ¿cómo se establece el precio de la tierra? El precio de la tierra depende de dos factores: 1) de la renta anual que rinde, y 2) de la tasa de interés. Si un propietario de tierras obtiene de su terreno una renta anual de 10,000 dólares, lo venderá por una suma tal que depositada en el banco rinda el mismo ingreso, o sea, 10,000 dólares. Supongamos que el banco paga el 4% por los depósitos; entonces el propietario del terreno lo vende por 250,000 dólares. Esta cifra tiene razón de ser porque los 250,000 dólares, rendirán anualmente, colocados en el banco a un interés anual del 4%, 10,000 dólares.
El precio de la tierra es, por lo tanto, la renta capitalizada que proporciona ingresos en forma de interés. Al desarrollarse el capitalismo aumenta el precio de la tierra debido al alza de la renta y a la reducción de la cuota de interés.
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- VII -
La rotación del capital. La ganancia comercial.
La plusvalía se crea en el proceso de producción gracias al trabajo de la clase obrera. Se apropia de ella ante todo el capitalista industrial (siempre hablando del capitalismo desarrollado), al que pertenece la empresa. Precisamente, a través de él, la plusvalía llega a los demás grupos de la clase explotadora, comprendidos los capitalistas comerciales. Ahora bien, ¿por qué el capitalista industrial cede una parte de la plusvalía al comerciante? En la economía capitalista, las mercancías se producen para la venta. Por eso no basta que se produzca la mercancía, sino que, además, hay que venderla. El capitalista industrial suele vender su mercancía al comerciante, el cual se encarga de hacerla llegar al consumidor.
La función del capitalista comercial consiste en transformar el capital mercantil en monetario. Si no existiera el capitalista comercial, el industrial tendría necesidad de capital suplementario para instalar establecimientos comerciales, contratar dependientes, etc. Pero el capitalista industrial deja eso a cargo del comerciante. En escala social, el capital comercial es precisamente el mencionado capital suplementario, separado del industrial y opuesto a él en forma de capital de los capitalistas comerciales que obtienen parte de la ganancia. La ganancia de los comerciantes se denomina ganancia comercial.
Los capitalistas industriales venden sus mercancías a los comerciantes por debajo del precio de producción, es decir, del capital constante+capital variable+ ganancia media. Los comerciantes, en cambio, venden la mercancía al precio de producción. Al apropiarse de la diferencia, los capitalistas comerciales, lo mismo que los industriales, obtienen con su capital la ganancia media. Si la ganancia del capitalista comercial es inferior a la ganancia media, el comercio deja de ser ventajoso y el capital pasa a la industria. Los industriales y los comerciantes perciben la ganancia media. No obstante, ello no significa que obtengan masas iguales de ganancias. Es natural que los industriales, al invertir en la producción capitales mucho mayores que los colocados por los comerciantes en la realización de las mercancías, obtengan ganancias mayores. Pero, en proporción al capital invertido, su ganancia es igual a la de los comerciantes.
Al revestir la forma de ganancia comercial, la plusvalía se enmascara aún más. El capital del comerciante no toma parte en la producción, y se tiene la impresión de que la ganancia surge del propio comercio.
El comercio exterior.
En la economía capitalista de nuestros días existen dos formas fundamentales del comercio interior: al por mayor y al por menor. El capitalista al por mayor es el que se efectúa entre los capitalistas (industriales y comerciales). El comercio al por menor consiste en la venta directa de las mercancías a la población.
En el comercio al por mayor desempeñan un gran papel las bolsas de comercio. Estas representan un tipo especial de mercado, donde se efectúa el comercio a base de muestras y donde se concentran la demanda y la oferta de mercancías de países enteros y, a menudo, de todo el mundo capitalista.
El comercio exterior, es decir, el comercio entre países, está formado por la exportación y la importación de mercancías. La correlación entre el total de los precios de las mercancías exportadas y de las importadas constituye la balanza comercial. Esta puede ser positiva o negativa. Si la exportación de mercancías de un país supera a la importación, la balanza comercial es positiva; si la exportación es inferior a la importación, se dice que la balanza comercial es negativa.
La venta de mercancías en los mercados exteriores les permite a los capitalistas ampliar la producción y aumentar así sus ganancias. El comercio con los países subdesarrollados en el sentido económico es particularmente ventajoso para los capitalistas de los países altamente desarrollados en el aspecto industrial. Ello se debe a que los artículos industriales se venden en los países atrasados a precios relativamente más altos. El comercio exterior es un medio de sojuzgamiento económico de los países industrialmente atrasados por parte de los países desarrollados. En este cuadro debe considerarse el `proyecto norteamericano de Libre Comercio de las Américas (ALCA) o los Tratados Bilaterales de Libre Comercio (TLC).
Balanza de cuenta corriente, balanza de capital y balanza de pagos.
El movimiento económico entre los países no es sólo de mercancías. Un país puede ser exportador e importador de capital monetario que adopta dos formas: de inversión directa en la producción y financiero (bancos extranjeros, depósitos bancarios de no residentes, préstamos a empresas privadas y al Estado, etc.). Las utilidades de las inversiones, los intereses de los depósitos y las deudas, se registran en la Cuenta Corriente. Los ingresos y salidas de capital en la Cuenta de Capital. La compensación de los saldos positivos y negativos de la cuenta comercial, cuenta corriente y cuenta de capital, arrojarán un saldo positivo o negativo de todo el movimiento de mercancías y financiero con el exterior, que se registra en la Balanza de Pagos.
Si el saldo de la Balanza de Pagos es positivo, el país aumentará sus reservas en moneda extranjera y se fortalecerá su moneda; si es negativo, disminuirá sus reservas y se debilitará su moneda, lo que, al llegar a cierto grado afectará su base monetaria, el crédito y los recursos fiscales. La expansión monetaria, si es acompasada por la mayor producción de mercancías y una mejor distribución, reducirá el desempleo y los antagonismos sociales; la contracción monetaria, por el contrario, lleva a la recesión, al desempleo, a la disminución de los salarios y a la agudización de los antagonismos sociales.
Las crisis económico-financieras, en países de economía abierta como la del Uruguay, surgen cuando la Balanza de Pagos se vuelve negativamente crónica. Esto puede ocurrir porque sus exportaciones de mercancías no encuentran mercados para realizarse, el precio de sus productos exportables han
caído por debajo de sus costo de producción, su moneda está sobrevaluada y el pago de intereses y amortizaciones de la deuda privada y pública es muy elevada y la salida de capitales es superior a su ingreso.
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El capital de préstamo
En el proceso de rotación del capital no sólo adquiere existencia propia el capital comercial, sino también el monetario, que reviste la forma de capital de préstamo. ¿Cuál es el origen del capital monetario libre? Por ejemplo, si el industrial vende todos los meses las mercancías elaboradas y compra las materias primas una vez cada seis meses, se encontrará con cierta cantidad de dinero libre durante cinco meses. Cuando el capitalista acumula un fondo destinado a reponer las partes consumidas del capital fijo, reúne asimismo cierta suma de dinero temporalmente libre que sólo será invertida en la adquisición de nuevo equipo al cabo de varios años.
En otros momentos, en cambio, el capitalista se encuentra necesitado de dinero. Le sucede así, por ejemplo, cuando tiene que comprar materias primas sin haber logrado vender aún las mercancías elaboradas.
Por consiguiente, en el período de tiempo durante el cual un capitalista dispone temporalmente de un excedente de capital monetario, otro tiene necesidad de él. El que dispone de dinero libre lo presta, es decir, concede a otros capitalistas el uso temporal de su dinero. Capital de préstamo es el capital monetario que se presta por un plazo determinado y rinde interés.
El capitalista presta su dinero a cambio de cierta remuneración, denominada interés. Interés es la parte de la ganancia que el capitalista industrial o comercial cede al capitalista monetario a cambio de la concesión del préstamo. Los préstamos en dinero son invertidos por el capitalista industrial, rural o comercial en la producción o en el comercio. El rasgo distintivo del capital de préstamo es que no lo emplea el capitalita al que le pertenece. Al aplicar en la producción el capital tomado a préstamo, el capitalista tiene la posibilidad de contratar obreros y obtener plusvalía. Parte de esta plusvalía la paga el capitalista industrial en forma de interés al dueño del capital prestado. Así pues, el interés que se paga por la concesión del préstamo es una de las formas que reviste la plusvalía.
La proporción en que se reparte la ganancia media entre la ganancia del patrón y el interés depende de la correlación entre la demanda y la oferta de capital de préstamo. Cuanto mayor sea la demanda de capital monetario, más alta será la cuota de interés, y viceversa, cuanto menor sea la demanda de capital monetario, más baja será la cuota de interés. Como el interés no es más que una parte de la ganancia media, la cuota de interés no puede ser superior a la cuota media de ganancia. Cuando esto llega a ocurrir, por el alto endeudamiento, se paraliza la producción y el país entra en insolvencia financiera.
Al desarrollarse el capitalismo, la cuota de interés tiende a decrecer. Esto obedece en primer lugar a que la cuota media de ganancia tiende a disminuir y, en segundo lugar, a que con el desarrollo del capitalismo aumenta considerablemente la cuantía del capital de préstamo. Estas causas originan el descenso de la cuota de interés.
No obstante, en la economía actual, los bancos centrales controlan la cantidad de dinero, procurando que su magnitud –base monetaria- no sea superior a las necesidades de la rotación del capital ya que el exceso de moneda circulante aumenta la demanda y genera inflación. Al restringir la cantidad de moneda, los bancos centrales provocan el aumento de la cuota de interés.
En una economía abierta, como la que tenemos, con déficit comercial y las obligaciones en materia de deuda externa, la suba de la tasa de interés y el seguro de cambio provocado por una tasa de cambio monetario también dirigida por el banco central, provoca el ingreso de moneda extranjera como capital de préstamo bajo la forma de depósitos bancarios, como se ha visto anteriormente.
El crédito capitalista. Los bancos y la ganancia bancaria.
El movimiento de capital de préstamo se produce bajo la forma de crédito. El crédito capitalista tiene dos formas: el crédito comercial y el crédito bancario.
El crédito comercial tiene lugar cuando los capitalistas comerciales e industriales se venden mutuamente mercancías a plazo a base de pagarés, vales, letras de cambio, cheques diferidos, etc., según las cuales el comprador se compromete a pagar en determinado plazo la suma de dinero correspondiente.
El crédito bancario es el crédito que los capitalistas monetarios (los banqueros) conceden a los capitalistas en funciones, es decir, a los industriales, los productores rurales y los comerciantes. El crédito bancario se concede a cuenta del capital monetario temporalmente libre, depositado en los bancos. Éstos también conceden crédito a los consumidores bajo garantías reales, como los créditos hipotecarios. La forma más generalizada del crédito al consumo es la tarjeta plástica por cuyos saldos negativos, mensuales, los bancos cobran intereses usureros.
En los países capitalistas, los bancos son empresas capitalistas que sirven de mediadores entre los acreedores y los prestatarios. La actividad de los bancos consiste en concentrar los capitales e ingresos libres e inactivos, por los que pagan un interés (tasa pasiva) y en ponerlos a disposición de los capitalistas en funciones, de los consumidores y del Estado. Además, los banqueros realizan inversiones directas de capitales en empresas industriales y comerciales propias, asumiendo así, al mismo tiempo, el papel de capitalistas en funciones.
La actividad de los bancos, al igual que la de las demás empresas capitalistas, persigue la finalidad de obtener ganancias. La fuente de ganancias del banco es la plusvalía creada en la producción. La ganancia bancaria procede de la diferencia entre el interés que percibe el banco (tasa activa) y el que abona en concepto de remuneración por los depósitos. Los depósitos son precisamente los medios monetarios temporalmente libres que colocan en los bancos los capitalistas, los comerciantes, los propietarios de tierras y otras capas de la población (capas medias) bajo forma de ahorro. Al pagar una tasa más baja de interés por el dinero depositado que la percibida por el capital cedido a título
de préstamo, el banco se apropia de la diferencia. A cuenta de ella, el banquero cubre los gastos originados por las operaciones bancarias, y la suma restante constituye la ganancia. La competencia capitalista se encarga de nivelar espontáneamente esta ganancia con la cuota media de ganancia obtenida por el capital propio del banco. Debe señalarse que la mayor parte del capital de lo bancos está constituida por el capital prestatario, formado por los depósitos.
Además de intermediarios en las operaciones de crédito, los bancos liquidan las operaciones entre los capitalistas y realizan toda clase de transacciones monetarias por encargo de los capitalistas. De esta suerte, el banco actúa como cajero de muchos capitalistas.
El crédito capitalista, al enlazar estrechamente las distintas ramas de la economía, contribuye al progreso de la socialización del trabajo. Pero esta socialización se produce a base de la propiedad privada sobre los medios de producción. Por ello, el desarrollo del crédito agudiza aún más las contradicciones del modo capitalista de producción, y acrecienta la anarquía del mismo.
En la época del imperialismo, el capital bancario, de intermediario entre el dinero depositado y el dinero prestado, se transforma, por el propio proceso de acumulación capitalista, por su conocimiento del funcionamiento de la economía y la orientación del crédito a sus propias empresas –grandes monopolios transnacionales-, en la fuerza principal de la economía capitalista.
Las diversas formas de la actividad bancaria, entre ellas las transacciones con divisas y la especulación inmobiliaria, multiplican las ganancias de los bancos que se apropian de la mayor parte de la cuota media de ganancia, en desmedro de la producción capitalista de mercancías, dando lugar a una forma de acumulación basada en la tasa de interés (D – D’). Esto lleva, por la propia ley fundamental del capitalismo que es obtener ganancia, a que los capitales abandonen la actividad productiva de mercancías y emigren al sector financiero-bancario, dando lugar a la formación de una enorme masa de capital monetario que Samir Amin llama “capitalismo parasitario”.
Las sociedades anónimas.
En los albores del capitalismo, la creación de fábricas y otras empresas corrió a cargo de patronos individuales. Pero más tarde, el capital individual fue resultando insuficiente para construir obras gigantescas como, por ejemplo, ferrocarriles, muelles, etc. Comenzaron a fundarse sociedades anónimas, que a partir de la segunda mitad del siglo XIX se extendieron en gran escala en la industria, en el tendido de ferrocarriles y en la banca. La sociedad anónima es una forma de empresa cuyo capital se constituye mediante las aportaciones de los socios, que poseen un determinado número de acciones, representativas de la suma invertida por cada uno de ellos. La acción es un título acreditativo de que su poseedor ha invertido en la empresa una determinada suma de dinero. La acción concede a su poseedor el derecho a percibir una parte de las ganancias de la empresa. La ganancia que obtiene el poseedor de la acción se llama dividendo. Las acciones se venden y compran en las bolsas de valores a
determinado precio, que recibe el nombre de cotización. La bolsa de valores es el mercado de títulos, principalmente acciones.
La cotización de las acciones depende de dos factores: 1) de la tasa de interés que pagan los bancos, y 2) del ingreso anual que proporciona cada acción (dividendo). Si una acción de 100 dólares rinde un ingreso de 10 dólares anuales, se venderá por una suma tal que, una vez depositada en el banco, rinda asimismo 10 dólares anuales en concepto de interés. Supongamos que el banco abona un interés del 5% anual, en este caso, la acción se venderá por 200 dólares, ya que ese dinero, depositado en el banco, rendiría al poseedor un ingreso anual de 10 dólares.
La dirección y organización de la actividad de la sociedad anónima corre a cargo de un consejo de administración y de empleados elegidos y nombrados en la asamblea general de accionistas. El número de votos en la asamblea general depende del número de acciones. Como la mayoría aplastante de las acciones suele pertenecer a un número reducido de grandes capitalistas, son ellos precisamente los verdaderos dueños de la sociedad anónima.
El capital existente en forma de títulos de valor (acciones y obligaciones), que rinden un ingreso a sus poseedores, se llama capital ficticio. Los títulos de valor se denominan capital ficticio porque no poseen valor propio. Sólo reflejan indirectamente el movimiento del verdadero capital. Al comprarse y venderse las acciones en la bolsa de acuerdo a la oferta y la demanda, su capital, que es ficticio, se independiza del capital real que representa, generándose una gran burbuja especulativa, que estalla al llegar a un determinado nivel, cuando surgen indicios de que la producción se estanca o entra en recesión. La caída de la bolsa será mayor cuanto mayor sea la diferencia entre el capital accionario y el capital real que representa.
Al reflejarse el valor de las acciones de las sociedades anónimas en las bolsas de valores, el accionista se guía por los balances que las empresas deben publicar y que corrientemente son alterados, difundiendo ganancias que no existen o un abultado endeudamiento o maquinaciones fraudulentas de sus ejecutivos en beneficio propio, dando lugar a quiebras espectaculares que provocan la ruina de engañados accionistas.
Una de las áreas de inversiones de capitales libres son los papeles de deuda del Estado. La confianza en la situación social, política, económica y financiera del Estado, así como el interés que paga por los préstamos, es determinante en la captación de estos capitales monetarios disponibles. Los grandes corredores de bolsa llevan un indicador del “riesgo país”, que es la sobre tasa que el país endeudado debe pagar al inversor sobre el interés que paga el gobierno de Estados Unidos por sus bonos a diez años.
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La macroeconomía
Una economía capitalista es cíclica, es decir, que atraviesa por períodos de auge y depresión. En el período de auge, que depende de factores internos y externos en la medida en que es una economía abierta, el Producto Bruto Interno (PBI) crece, aumenta el empleo, el salario real, la inversión, la recaudación fiscal y las exportaciones; en el período de depresión, se estanca o retrocede el crecimiento del PIB, aumenta el desempleo, disminuye el salario real, la inversión, la recaudación fiscal y las exportaciones.
Para evaluar la marcha de la economía, el Estado sigue la evolución de algunas variables, registrando los datos de las mismas en las llamadas cuentas nacionales. Los indicadores de estas cuentas, que se divulgan, por lo general, trimestralmente, sirven al Estado para corregir sus políticas económicas y fiscales e incidir, indirectamente, en la evolución del ciclo de los negocios. También son útiles, estos datos, para los empresarios rurales, industriales y comerciales, para proyectar sus inversiones y, para el Estado y los consumidores, para proyectar el gasto y el endeudamiento.
Las cuentas nacionales objeto del análisis macroeconómico, son las siguientes;
• Producto Bruto Interno (PIB);
• Consumo de los particulares (C);
• Consumo del gobierno (G);
• Inversión (I);
• Balanza Comercial (X - M).

El PIB es toda la producción del país en un año y se distribuye en los cuatro rubros restantes: consumo de los particulares, consumo del gobierno, inversión y balanza comercial.
Se expresa en la siguiente fórmula: PIB = C + G + I + (X - M) (1)
Considerando que, en porcentajes, el producto es el 100%, tenemos las siguientes relaciones en una economía cerrada (sin comercio exterior):
100 = 50-C + 30-G + 20-I (2)
En otras palabras, el consumo particular será el 50% del PIB; la recaudación fiscal el 30% del PIB y la Inversión el 20%.
Si la economía es abierta, es decir que el país comercia libremente con otros países, y el intercambio (Exportaciones – Importaciones) es negativo, el PIB, expresado en ingresos monetarios, será negativo, perdiendo reservas monetarias; si ocurre lo contrario, los ingresos serán positivos y el país ganará reservas.
En la economía uruguaya a diciembre del 2004 estas relaciones son, aproximadamente:
100 = 55-C + 30-G + 13-I + 2-M (12 -10) (3)
Los dos elementos más importantes que toma el gobierno y los empresarios (no olvidemos que se trata de una economía capitalista donde la inversión es en parte privada y en parte gubernamental) son las variables de Inversión (I) y el consumo del gobierno (G).
¿Por qué?
Porque del volumen de la inversión (I) y de la presión fiscal (G) depende el crecimiento del PIB y de la plusvalía que genera el trabajo obrero. Los empresarios pedirán siempre la reducción al máximo el gasto del gobierno y la baja de los salarios, para reducir los impuestos, aumentar la ganancia y disponer de más capital monetario para la inversión (o la especulación o el atesoramiento).
Se estima que la inversión pública y privada de un país, para asegurar un crecimiento sostenido del PIB no puede ser inferior al 20% de éste. Este porcentaje se divide en un 10% para mantenimiento del capital fijo existente y un 10% para la incorporación de nuevo capital fijo a la producción.
Si el porcentaje de la inversión es inferior al 20% del PIB –como es el caso uruguayo con un 13%) quedan sólo dos vías para lograrlo: reducir el gasto presupuestal corriente (salarios y gastos de funcionamiento; no inversión pública) o traer inversiones directas del exterior, o ambas cosas. Para entender este ejemplo, se supone que el presupuesto es equilibrado igual que la balanza comercial.
Las opciones del gobierno dependerán de la situación social de la población y del estado de los servicios públicos como educación y salud, así como del nivel del PIB per cápita, después de una crisis económico-financiera.
En 1929, cuando estalló la gran crisis económica mundial, los economistas de la burguesía, sostenían que de la depresión se salía “dejando actuar las leyes naturales”, es decir, dejar que los empresarios más débiles se fundieran y que con el capital reconcentrado en los más fuertes y en menos manos, y un ejército enorme de obreros desocupados, estarían dadas las condiciones para reactivar la inversión. Iban a ofrecer salarios muy baratos a una población desesperada e iban a contar con muchos menos competidores.
En Estados Unidos, que era el corazón del capitalismo mundial, la desocupación llegó en 1932 a 5 millones y medio, después de tres años de profunda crisis, mientras el Presidente Herbert Hoover sostenía que había que esperar a que las fuerzas del mercado (los empresarios) reaccionaran.
Era año de elecciones y el candidato demócrata a la Presidencia, Franklin Delano Roosevelt, sostuvo que el mercado por sí mismo no iba a reaccionar sino
que se necesitaba, para salir de la crisis, una vigorosa intervención del Estado. Roosevelt ganó y puso en marcha el “nuevo trato” (“New Deal”) o “nueva política económica”, para ser más claros.
A esta nueva política, le daría forma teórica, en 1937, el economista inglés, John Maynard Keynes, al publicar su famoso libro –“Teoría General del Empleo, del Interés y de la Moneda”- que establece como objetivo central de la economía política, el “pleno empleo”, y analiza y vincula las distintas variables expuestas arriba, más el interés y la moneda, dándole un impulso moderno a la macroeconomía.
Tanto Roosevelt como Keynes le asignaban una gran importancia a la inversión pública para crear empleo y actuar como efecto multiplicador sobre el resto de la economía. ¿Cómo impulsar la inversión pública cuando la recaudación fiscal había caído, generando un abultado déficit? La respuesta de Roosevelt y Keynes era financiar esa inversión con emisión monetaria, lo que constituía una herejía para los economistas liberales. Pero ¿y la inflación? No existía este peligro, les respondían, porque los precios estaban deprimidos y el aumento de estos, era fundamental para reactivar la producción y el comercio, siempre que se redujera la desocupación.
La economía es una relación entre producción, distribución y consumo. Producción y oferta de bienes no podía haber porque no había consumo. Entonces, pensaban Roosevelt y Keynes, había que actuar sobre la demanda, estimulándola. La iniciativa sólo la podía asumir el Estado, en representación de la nación; no podían hacerlo los capitalistas particulares porque nadie, aisladamente, se iba a atrever a invertir.
Las concepciones de Keynes fueron adoptadas por casi todos los países capitalistas europeos después de la Segunda Guerra Mundial, cuyos gobiernos fueron dirigidos por alianzas políticas de centro-izquierda (Gran Bretaña, Francia, Italia, Suecia, etc.).
Para que tuviera éxito esta teoría era necesario mantener un control sobre el movimiento de mercancías (exportaciones e importaciones) y sobre el movimiento libre de capitales especulativos). Durante algún tiempo estos países tuvieron sus monedas inconvertibles en otras monedas, lo que evitaba la especulación con divisas. Sólo el dólar tenía –Tratado de Bretton Woods mediante, de 1944- la libre convertibilidad con el oro; pero hay que recordar que, en esa época, Estados Unidos tenía las dos terceras partes del stock de oro del mundo y la fortaleza del dólar podía equipararse a la del metal amarillo.
Mientras la producción y las exportaciones fueran débiles y no existiese el control sobre las importaciones y rigiera la libre convertibilidad monetaria, la emisión del Banco Central, que cubría el déficit fiscal, se trasladaría a las importaciones y a la compra de dólares, acentuando su devaluación por la escasez de divisas, potenciando la inflación de precios internos y externos.
De cualquier manera, los países dependientes, como el Uruguay, que establecieron severas restricciones a las importaciones durante las dos grandes
guerras mundiales y prohibieron la salida de capitales, estableciendo el contralor de cambios, pudieron, mediante el esfuerzo propio, levantar una industria y desarrollar sus servicios sociales fundamentales, como educación, salud pública, saneamiento, agua potable, energía eléctrica las 24 horas del día en todo el país, situación que permitió la modernización del equipamiento doméstico con refrigeradores, cocinas eléctricas, radios y teléfonos hasta en los puntos más apartados.
La crisis estructural, que padecemos, se originó en la pérdida de mercados exteriores, después de la Segunda Guerra Mundial, en la manipulación de los precios en el mercado exterior por los grandes monopolios, particularmente los precios de los alimentos y de los hilados de lana y algodón, en el estancamiento físico de la producción agropecuaria y agudizada, además, por la devaluación del dólar en 1971 y el aumento del precio del petróleo, en 1973. Esto llevó a un endeudamiento crónico, y a recurrir a préstamos de los propios países que nos explotan, para mantener el nivel de vida, deuda que, como bola de nieve, fue creciendo con el tiempo, por el modelo de plaza financiera que implantó la Dictadura y que entregó el destino del país a la banca privada.
La falta de unidad de los países dependientes para defender sus intereses, ha permitido a los países poderosos y a sus monopolios, hasta el presente, mantener esa política que configura hoy un cuadro de pobreza de tal magnitud que conducirá, según diversas estimaciones de reconocidos especialistas, a una crisis general de vastas proporciones de la cual la Humanidad no tendría memoria.
Fuentes:
• Nikitín, P.N., Economía Política, Moscú, 1961.
• Gide, Charles, Curso de Economía Política, París-Barcelona, 1930.
• Viera, Carlos Alfredo, “Curso de Economía Política”, Montevideo, 1960.
• Smith, Adam, “Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth Nations”, Edimburgo, 1776 (Consulta del Capítulo 6 en el sitio del autor en la Web).
• Ricardo, David, “Principles of Political Economy and Taxation”. London, 1817. (Consulta del Capítulo I en el sitio del autor en la Web).
• Marx, Carlos, “Miseria de la Filosofía – Respuesta a la “Filosofía de la Miseria” del señor Proudhon”. Edición Lenguas Extranjeras. Moscú, s/f.
• Marx, Karl, Contribuiçao à Crítica da Economía Política”. Edit. Martins Fontes. Sao Paulo, 1983.
• Marx, Carlos, El Capital. Buenos Aires, 1946.
• Mendes-France, Pierre et Ardant, Gabriel, «La science économique et l’action », UNESCO – Gallimard. París, 1954.
• Krugman, Paul y Obstfeld, Maurice, Economía Internacional. Barcelona, 2000.
• Ferrer, Aldo, Vivir con lo nuestro –Nosotros y la globalización. Buenos Aires, 2002.
• Redacción y aportes propios: Ruiz Pereyra Faget.

Montevideo, octubre de 2005.