domingo, 25 de abril de 2010

Homenaje a Rodney Arismendi

Juan González


Estoy convencido de que, mientras no se elimine la propiedad, no podrá haber una distribución justa o equitativa de las cosas, ni se podrá gobernar el mundo felizmente…. Confieso que, aún sin eliminarla, es posible que se puedan suavizar aquellas premuras que suponen una carga para gran parte de la humanidad; pero nunca podrán ser completamente extirpadas."

De la lectura de esta frase se puede pensar, aunque con cierta ingenuidad, que el autor de la misma puede ser el propio Marx o Fray Dulcino. La cita es de Tomás Moro y está recogida en su libro Utopía. Sin lugar a dudas esta proyección de un mundo ideal no solo se dio en el intelecto de Moro y de tantos otros hombres, solo basta mirar las sectas milenaristas de origen cristiano para comprender que muchos siglos antes del nuestro ya existía en el alma de los hombres y en su capacidad especulativa aquello que necesitó mucho tiempo para transformarse en una realidad científica que nos indicara que ese mundo nuevo es posible y cuales son los caminos para llegar a él. El hombre deseó un mundo mejor, pensó en él y se embarcó en la aventura científica, política, cultural e ideológica que le fuera dando todas las herramientas para hacer en la vida práctica y cotidiana el laboratorio donde aquello que era querido e ideal fuera real. Es el componente ético y la necesidad cotidiana lo que fue dando primero en el espíritu de los hombres la necesidad de intervenir sobre la realidad social y cambiarla. De ahí que los diversos paradigmas que se van sucediendo surgen de los hombres, son estos que en determinadas condiciones económicas y sociales forjan su propia historia. También la intelectual.
Arismendi no es ajeno a las formas de pensamiento de los hombres, ni al material con que estos crean sus sueños. Pero sin duda en toda su metodología analítica y en sus derivaciones y conclusiones conceptuales está presente como un sustrato que quiera o no y al igual que a todo ser humano condicionará su pensamiento.
Este homenaje a Rodney Arismendi, no es ni puede ser solo un homenaje al teórico de fuste, a uno de los pensadores marxistas con mayor capacidad de creación, es también, no puede ser de otra forma y en palabras del mismo sobre Lenin, a un jefe de Partido en la dimensión exacta que esto significa.
Arismendi tiene como preocupación básica dotar al Partido Comunista de Uruguay y por extensión a la clase obrera de la orientación política y de las herramientas conceptuales que le permitan, en expresión de Marx sobre la Comuna de París, “el asalto al cielo”.
Para esto es fundamental que el marxismo y el leninismo que han sido aceptados como un todo indisoluble por Arismendi tengan su correlato creador y sean aplicados al estudio de la realidad uruguaya.
La clase obrera uruguaya tenía y tiene ante si la cuestión de la conquista no solo del poder político sino la hegemonía política, moral e intelectual de un bloque de clases y capas sociales capaz de avanzar en ese proceso. Esta ha sido la principal preocupación teórica y práctica de Arismendi.
Para esto, no sirven solo las grandes definiciones teóricas del desarrollo del capitalismo y sus contradicciones que nos dicen de la inevitable llegada del socialismo. Estudia el desarrollo concreto y particular de la lucha de clases en Uruguay, su historia, la relación de las distintas clases en el marco de una economía capitalista y dependiente, la correlación entre las mismas, el carácter general de la época. Visualiza así dentro del marco general del marxismo-leninismo la teoría de la Revolución Uruguaya; en la cual se definen sus objetivos y las formulaciones generales de su táctica y estrategia.
Arismendi nos define como una característica básica de las concepciones de Lenin, la defensa de los principios del marxismo con su desarrollo creador. Enunciado al que durante su vida será fiel porque este trae aparejado necesariamente la lucha contra el revisionismo que constantemente tiende a afirmarse en el estudio de las vías peculiares que puedan tomarse en uno o en otro país y que dicen que el leninismo es la expresión del marxismo y de la Revolución de Octubre y es consecuencia de las peculiaridades histórico-concretas en que se desarrolló este proceso. Por eso la insistencia arismendiana en el carácter creador y antidogmático del leninismo como continuador en todas sus facetas de Marx, al cual se une indisolublemente.
Arismendi y el PCU comienzan por estudiar el propio desarrollo capitalista en Uruguay, su relación con el resto de América Latina y con el Imperialismo, principalmente el norteamericano. Los problemas de la revolución uruguaya son los problemas de una revolución continental. Se deja de lado inmediatamente aquellas concepciones que veían a América Latina como una sociedad semifeudal y semicolonial. Se la define como sociedades capitalistas con un importante grado de desarrollo dentro de la dependencia del imperialismo.
Arismendi se pregunta: ¿Cuál es el carácter de la revolución?, ¿Cuáles son sus fuerzas motrices?
“Los objetivos revolucionarios-si quieren ser verdaderamente tales, es decir capaces de movilizar a todas las clases y capas susceptibles de intervenir en la revolución a fin de aislar, golpear y derrotar al principal enemigo-deben corresponder a la realidad, a la distribución objetiva de las fuerzas sociales antagónicas, a la etapa que deberá cumplir la revolución. En nuestro caso, esa etapa es aún democrática porque se propone, esencialmente, la destrucción del latifundio y otras supervivencias precapitalistas con una reforma agraria radical, y es, simultáneamente, nacional liberadora porque enfoca la liquidación del dominio imperialista. Estas reivindicaciones caracterizan la revolución como agraria y antiimperialista. Una parte de sus postulados fundamentales, en materia agraria especialmente, son democráticos y no socialistas” (Problemas de una revolución continental)
El programa debe servir, pues, para agrupar y movilizar a todas las capas y clases sociales interesadas objetivamente en esta etapa…..” (Ídem)
Arismendi, insiste que entre la revolución democrática y la socialista no existe una separación mecánica.
“Las ideas de la continuidad de la revolución, del pasaje de una etapa a otra, de la interrelación dialéctica entre la etapa democrática de liberación nacional y la socialista,…., es lo que distingue nuestra concepción proletaria, marxista-leninista, de la revolución uruguaya, de toda otra concepción burguesa radical o pequeño-burguesa avanzada. Esto se expresa tanto en la concepción estratégica y táctica de la dirección obrera de revolución, como en los postulados programáticos orientados a crear las premisas materiales del tránsito hacia el socialismo” (Ídem).
Arismendi, en todo su análisis se apoya siempre en una premisa básica que es fundamental comprender: es la idea de la función rectora del proletariado que subyace en todos los análisis de las etapas de la revolución y su interrelación. Su independencia de clase, su independencia ideológica. Sin duda en este acontecer el Partido es una pieza clave.
Arismendi nos explica que hay que comprender cual es la contradicción fundamental en la base material de la sociedad uruguaya, para así poder comprender la disposición estratégica de las fuerzas sociales principales; contradicción, nos dice, que aparece como un nudo de antagonismos, cuya unidad es la pugna entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
El proletariado debe tender a la independencia y hegemonía en todas sus alianzas, en la búsqueda de aliados para la revolución y en su propuesta de objetivos tácticos y estratégicos. El eje fundamental de la lucha es la alianza obrero-campesina.
Arismendi define a la etapa democrático-burguesa sin una función activa de la burguesía en la misma. El papel de las distintas capas de la burguesía está en función de la época histórica, a la relación con el imperialismo y a la intensidad de la lucha de clases con el proletariado. La burguesía nacional, puede objetivamente integrar las fuerzas motrices de la revolución, es la práctica la que determinará su grado de participación, pero el carácter de la revolución no cambia porque participe o no la burguesía nacional.
“En las condiciones objetivas del Uruguay y de América Latina, la revolución agraria y antiimperialista es la única ruta posible hacia el socialismo. Solo el proletariado posee aptitud para dirigir las transformaciones radicales que tal revolución significa, pero la dirección obrera presupone la continuidad revolucionaria, el adentrarse en el socialismo.” (Ídem).
Queda con extraordinaria nitidez planteada la política independiente de la clase obrera en los distintos caminos que la revolución vaya planteando, independencia ideológica, claridad en los momentos tácticos, una estrategia derivada del estudio de las bases materiales de la revolución que perfile con claridad la teoría de la Revolución Uruguaya. Ésta es también su concepción de la existencia creadora del marxismo leninismo, que presupone la obligatoriedad de la utilización del método analítico del mismo siempre sobre la realidad concreta.
Arismendi con respecto al tema de la llamada vías de la revolución, hace un escrupuloso análisis de la metodología con que Lenin analiza las circunstancias tanto de la Revolución de Febrero como la de Octubre, en el marco siempre de las reflexiones del marxismo. Nos habla de un Lenin que entabla su análisis siempre en relación con la maquinaria estatal, en concreto del estado en que se halla su aparato burocrático-militar en relación con las circunstancias en que se desarrolla la lucha de clases y en lo ineluctable de las clases poseedoras en seguir manteniendo a toda costa su dominio y explotación sobre las otras clases. Este es el quid fundamental par ver si las posibilidades de la revolución son o no violentas. No hace de esta cuestión un mero problema táctico, previó que la revolución violenta es en general, una ley histórica del tránsito del capitalismo al socialismo. Separa Lenin, según Arismendi, el carácter de la vía, de la correlación momentánea de las fuerzas en lucha, hace de él un problema de previsión estratégica. Nos dice Arismendi, que el análisis de Lenin sobre las vías va incluido en la estrategia global de la revolución, en la definición del carácter de la misma, de sus fuerzas motrices y del papel hegemónico del proletariado.
Nos explica como Lenin en el período entre las dos Revoluciones, con el peso de los Soviets en el entramado estatal ve abrirse también la posibilidad de la vía pacífica al socialismo.
Leímos al principio de nuestra intervención una cita de Tomas Moro, con la cual intentamos expresar que independientemente de las condiciones objetivas en el que se desarrollan las condiciones económicas y sociales donde los hombres viven, está en la mente de estos el vulnerar de tal forma las condiciones de la infelicidad humana, que abogan bajo una u otra forma por la supresión de la propiedad privada por ser esta enajenadora de los hombres. Abogan también, para evitar la infelicidad, el compartir en común los bienes que la humanidad crea.
Arismendi plantea buscar los caminos de la Revolución Uruguaya por la vía menos dolorosa para la clase obrera y el pueblo. Afirmamos que esta noción no está reñida con la lógica analítica que emplea Arismendi, pero también decimos que al igual que todo análisis científico está imbricado de una gran carga ideológica y ética, la propia de quien personifica la actividad científica. El análisis arismendiano busca esos caminos menos dolorosos sobre la base del desarrollo de una serie de ideas precisas, lógico-dialécticas, pero sobre la base primaria de la afirmación antedicha. Este también es un elemento a tomar en cuenta en todo el desarrollo de la concepción de Arismendi sobre la vía de aproximación al socialismo que es la categoría de Democracia Avanzada.
Es la formulación conceptual de Democracia Avanzada producto necesario del estudio de la realidad uruguaya en todas sus vertientes, pero también lo es de la propia decisión de Arismendi de entender desde sus principios éticos, morales y revolucionarios que es la vía más lógica, deseable y posible de avanzar hacia el socialismo. Y no es una contradicción el entender que la vía más probable de tránsito al socialismo sea una vía no pacífica. Es ésta también una probabilidad que se enmarcará dentro del grado de intervención de la clase obrera y el pueblo en la construcción de la misma.
Arismendi en su análisis científico, al igual que quienes intervienen en las problemáticas sociales, no es desapasionado. Objetivo, pero enmarcado en el curso de desarrollos sociales que el mismo participa y condiciona. El Arismendi creador dentro de los parámetros del marxismo y del leninismo crea también la realidad sobre la que actúa. Crea opciones con su pensamiento y con su teorización de la realidad. Tiene como ser social vinculado por decisión propia a la suerte de la clase obrera, la obligación ética de optar siempre por aquello que le resulte moralmente más aceptable. Se puede con nuestra conducta colectiva adoptar formas de comportamiento y pensamiento que generen la praxis que nos lleve a la consecución de los objetivos expresados en la ética que sostenemos como revolucionarios. Sobre la existencia de determinaciones económicas y sociales siempre es el hombre quien hace su propia historia.
Democracia Avanzada no es solo una categoría política, es también expresión del genio intelectual de Arismendi. Concepción que sin duda refiere a la globalidad del proceso revolucionario, donde tiene su inserción como “vía de aproximación” al socialismo.
“Es una transformación económica, social y política y una singular correlación de fuerzas que permite y facilita la indagación de las formas y la comprobación en la práctica de ese desarrollo de la democracia hasta sus últimas consecuencias” (Nuevos problemas de América Latina al tramontar los ochenta y el papel de la izquierda).
Las ideas básicas que nos da Arismendi en la cita anterior se pueden resumir en:

1. Al hablarnos de una transformación económica, social y política es claro que se produce durante un período de tiempo que implica cambios económicos, sociales y políticos; es decir cambios que afectan no solo al sistema productivo sino obviamente también a todo el entramado jurídico y administrativo y a las relaciones de las clases entre ellas tanto en la esfera de la producción como en la superestructura.

2. Existe también una correlación de fuerzas tal que permita a la democracia burguesa ir avanzado hasta sus últimas consecuencias, hasta que el marco de la misma oprima el deseo de las fuerzas sociales que impulsan y hegemonizan el proceso de avanzar hacia otra estructura, hasta otra tipo de democracia, en definitiva hacia el socialismo

Es obvio que Arismendi sigue pensando al igual que los clásicos de marxismo que la piedra de toque fundamental para cualquier revolución es la destrucción, que no su perfeccionamiento, del aparato burocrático-militar del Estado y su transformación en uno nuevo que será el del bloque de clases que hegemonizan el proceso revolucionario. Esto hasta la desaparición del mismo en la sociedad comunista.
Arismendi vio siempre la necesidad de la unidad de la clase obrera, de la izquierda y de todas aquellas fuerzas susceptibles de avanzar con un programa que diera solución a los grandes problemas nacionales.
“Para los comunistas, el nacimiento del Frente Amplio -síntesis política de ambos aspectos: la unidad de masas y la unidad de partidos- una etapa superior en la formación de la fuerza política y social de revolución. Es la coalición del proletariado y las capas medias. Es una vía concreta de aproximación del pueblo al poder”. (Algunas experiencias uruguayas).
El Frente Amplio surgió en un período signado por luchas obreras de gran magnitud, producto de una crisis estructural que aparejó una gran polarización social. La aplicación de diversos modelos neoliberales dependientes del FMI son contestados desde la movilización social en un intento de mantener el salario y las ventajas sociales existentes.
La aparición en la escena política del Frente Amplio, con un programa de cambios antiimperialista y antioligárquico, es la mayor expresión de unidad creada por el pueblo en toda su experiencia de lucha y que ahora se lleva al plano de la unidad política. Es también consecuencia directa de la unidad de la clase obrera surgida en torno a la central única de trabajadores: la CNT. No es una mera coalición electoral; es en palabras de Arismendi: “forma de la unidad del pueblo para la conquista del poder”.
Significa la unidad del pueblo, de la clase obrera, de las capas medias, de los trabajadores del campo, de estudiantes. Es unidad por un lado de grandes sectores de la población y por otro de partidos políticos, de intelectuales, de personalidades, de militares demócratas. Sin duda aquí se forja la base social de la revolución.
Arismendi: “…un movimiento que tenga por base social de sustentación la alianza de la clase obrera y de los diversos sectores de trabajadores con las amplias capas medias de la ciudad y el campo; pero que sea apto a la vez, para arrastrar tras de sí a todos lo que se oponen directa o indirectamente a la oligarquía y al imperialismo”.
Es demasiada la importancia del pensamiento de Arismendi para sintetizarlo en un espacio de tiempo tan limitado, tarea además que excede las capacidades de quien expone.
Sería no obstante pecaminoso terminar estas reflexiones sobre el pensamiento de Arismendi, que intentaron abarcar solo una parte de su praxis y pensamiento político, que no agotan ni siquiera en parte mínima todas las facetas de tan insigne revolucionario, sin unas mínimas palabras sobre el papel de la universidad en la revolución dentro del pensamiento arismendiano.
Se pregunta: ¿es que el proletariado y su partido no tiene en sus alforjas respuestas para el problema de la cultura, de la educación y de la enseñanza, hasta tanto no se produzca la revolución?”. (La universidad y la revolución)
La respuesta es positiva a esta pregunta y la da, nos obliga a pensar en la ubicación de la Universidad entre las fuerzas motrices de la revolución y que no debemos perder el punto de vista principal: “el ensanchamiento del campo de la revolución”. (Ídem).
Nos plantea el estudio de la universidad, desde su función social, la transmisión de valores de las clases dominantes y la formación de los técnicos necesarios que cubran las necesidades de la sociedad capitalista. Pero nos dice que esta no está ajena a la contradicción básica de la sociedad entre las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas. Estas últimas tiene su grado propio de autonomía condicionando las necesidades técnicas y científicas. Por lo tanto la universidad también se desgarra en los marcos generales de las contradicciones de la sociedad capitalista.
La lucha de clases se expresa en la universidad en los aspectos pedagógicos pero también en la lucha política que desarrollan estudiantes y profesores, lucha política que acerca no solo a ellos sino a la propia institución al campo de la revolución. La lucha por la solución propia de los problemas de la universidad se da en el marco de la lucha inmediata sin que eso signifique el cambio cualitativo para la misma, que solo se hará en el marco de una revolución triunfante.
La discusión sobre los problemas propios de la misma deviene muchas veces en enfrentamientos con la política de la gran burguesía y el imperialismo. Por eso Arismendi responde afirmativamente a su propia pregunta.
A ninguno de los presentes se nos escapan las similitudes de muchas nociones y conceptos con los de Antonio Gramsci.
Muchas gracias compañeros.

Barcelona a 31 de Mayo de 2008